La afirmación de que los Amish no padecen cáncer, diabetes, enfermedades cardíacas o autismo por no vacunarse es falsa e infundada

Un análisis de los datos disponibles y de las fuentes científicas verificadas revela que la afirmación de que los Amish no se enferman de cáncer, autismo, diabetes o enfermedades cardíacas por no vacunarse es falsa y carece de sustento científico. También han sufrido exceso de mortalidad por COVID-19.

LO QUE SE AFIRMA

Los Amish, que no se vacunan, rara vez padecen autismo, cáncer, diabetes o enfermedades cardíacas.

LO QUE SABEMOS HASTA AHORA

La afirmación de que los Amish no se enferman de cáncer, autismo, diabetes, enfermedades del corazón o COVID-19 por no vacunarse es falsa y carece de sustento científico. Esta comunidad, que no es homogénea, también registra casos de autismo, cáncer, diabetes y enfermedades cardíacas. Además, también han sufrido exceso de mortalidad por COVID-19.

Población Amish
La afirmación de que los Amish no se enferman de cáncer, autismo o COVID-19 por no vacunarse es falsa y carece de sustento científico. Foto: Istock

En las últimas semanas, ha vuelto a circular en redes sociales la afirmación de que la población Amish no se enferma de cáncer, autismo o que no tiene una mortalidad elevada por COVID-19 porque no se vacuna, mostrando una captura de pantalla y un enlace de un artículo en inglés publicado en 2017 en Natural News, anteriormente NewsTarget, y que es conocido por ser un sitio web de noticias falsas y teorías de conspiración antivacunas de extrema derecha conocido por promover la medicina alternativa , la pseudociencia , la desinformación y el extremismo de extrema derecha.

Además, este reclamo ha sido ampliamente repetido en distintas ocasiones por Steve Kirsch, quien en varias ocasiones ha llegado a afirmar que «Cero niños Amish diagnosticados con cáncer, diabetes o autismo; La mayoría de los niños amish no están vacunados; Las tasas de mortalidad por COVID entre las comunidades Amish son 90 veces más bajas que en el resto de Estados Unidos.» Una afirmación ya verificada anteriormente por Health Feedback, USA Today o Reuters.

Esta idea se basa en el supuesto estilo de vida saludable, natural y aislado de esta comunidad religiosa cristiana, que rechaza muchas de las comodidades modernas y sigue unas estrictas normas de conducta.

Captura de uno de los tuits virales que afirman que los amish no padecen cáncer, diabetes o autismo por no estar vacunados. Capturado el 17 de febrero de 2024.

Sin embargo, ¿qué hay de cierto en esta afirmación? ¿Hay evidencia científica que la respalde o la desmienta? Analizamos los datos disponibles y los contrastamos con fuentes fiables y verificadas.

¿Quiénes son los Amish?

Los Amish son un grupo minoritario que vive principalmente en Estados Unidos y Canadá, aunque también hay algunas comunidades en otros países. Según una encuesta publicada en un sitio web que contiene información académica sobre los Amish, en 2022 su población era de 373.850 personas, con las comunidades más grandes ubicadas en los estados de Ohio, Pensilvania e Indiana.

Los Amish se caracterizan por mantener una forma de vida rural, basada en la agricultura, la artesanía y la cooperación comunitaria. Además, tienen unas creencias religiosas que les llevan a rechazar el uso de la electricidad, los automóviles, la televisión, la radio, la educación superior y otros aspectos de la sociedad moderna. También tienen una actitud escéptica hacia la medicina convencional y las vacunas, aunque no las prohíben explícitamente.

La afirmación de que los Amish no se enferman de cáncer, autismo o COVID-19 por no vacunarse se basa en una serie de supuestos que no tienen fundamento científico, como veremos a continuación.

Los Amish sí desarrollan problemas de salud, como cáncer, diabetes o enfermedades del corazón

En primer lugar, se asume que los Amish tienen una dieta más sana y natural que el resto de la población, lo que les protegería de enfermedades crónicas y degenerativas. Sin embargo, aunque presentan una baja incidencia de algunas enfermedades crónicas o degenerativas, esto no significa que no las padezcan.

De hecho, la afirmación de que los amish no padecen autismo, cáncer o diabetes es falsa.

PolitiFact consultó a Braxton Mitchell, un epidemiólogo de la Universidad de Maryland experto en enfermedades de los amish, y él confirmó que los amish sufrían autismo, cáncer y diabetes.

Un estudio de una muestra de población amish de 1996 a 2003 halló que el cáncer se daba en 389 casos por cada 100.000 personas, lo que suponía el 60 % de la incidencia de cáncer en el resto de la población. Esto demostraba que los amish tenían cáncer, aunque a un ritmo menor, lo que desmentía la afirmación de que no había cáncer entre ellos.

En una ponencia en el congreso anual de la Asociación Americana de Salud Pública de 2005 se informó de que las mujeres amish padecían cáncer de mama, aunque menos que las mujeres del resto de la población. No obstante, los datos iniciales apuntaban a que su tasa de mortalidad por cáncer de mama era mayor que la de las mujeres del resto de la población, como confirmó una revisión que no solo encontró tasas inusualmente altas de cáncer de mama, sino también de leucemias juveniles. Como las mujeres amish morían más por cánceres que se podían prevenir, se crearon estrategias de detección de tumores para las mujeres amish, como las mamografías móviles. De hecho, los estudios también apuntan a tasas más bajas de detección del cáncer, lo que pueden contribuir a esas diferencias.

Tampoco es cierto que no hubiera diabetes entre los amish. Un estudio publicado en el año 2000 encontró casos de diabetes con una prevalencia más baja que en el resto de la población.

En segundo lugar, se asume que los Amish no se vacunan y que, por tanto, no sufren los supuestos efectos adversos de las vacunas, como el autismo o el COVID-19. Nos encontramos ante un reclamo que no es nuevo, ya que en 2016 tanto Snopes como Vaxopedia publicaron distintos artículos refutando la afirmación.

Sea como fuere, esto tampoco es cierto, ya que los Amish no tienen una postura uniforme respecto a las vacunas y hay una gran variabilidad entre las distintas comunidades y familias. Algunos Amish sí se vacunan, especialmente contra enfermedades que han afectado a su población en el pasado, como la poliomielitis, el sarampión, la rubéola, la difteria, el tétanos y la tos ferina.

Por ejemplo, en 2011, un estudio encontró que solo el 14% de los 359 padres amish encuestados en 2011 “dijo que ninguno de sus hijos se había vacunado”. El 97% de los 84 padres amish entrevistados en 2017 aceptó que sus hijos recibieran algunas vacunas. Y el 41% de los 391 padres consultados en 2021 consintió en que sus hijos se pusieran al menos algunas vacunas.

La información de los estudios mencionados anteriormente se obtuvo mediante un cuestionario, que solo se rellenó y se envió por correo si las familias querían. Este método de obtener información podría causar un sesgo de muestreo, ya que los que contestaron quizás no reflejaban a toda la población amish.

Sin embargo, estos resultados demuestran que los amish no se niegan a todas las vacunas como decía el artículo. Por eso, cualquier intento de relacionar las vacunas con la existencia o no de una cierta condición de salud entre los amish debe considerar al menos su situación de vacunación.

En cualquier caso, no hay evidencia científica de que las vacunas causen autismo o COVID-19, sino todo lo contrario: las vacunas previenen y protegen de la COVID-19 y otras enfermedades infecciosas, reduciendo la morbilidad y la mortalidad.

Los amish tienen menos casos de algunas enfermedades, como el cáncer y la diabetes, pero esto podría deberse a su estilo de vida, que incluye una alimentación más natural, menos hábito de fumar y más ejercicio físico, como encontró un estudio publicado en 2013: son estos hábitos los que probablemente contribuyan parcialmente a las diferencias en la prevalencia del cáncer o la diabetes.

Por ejemplo, en el año 2004, el American College of Sports Medicine equipó a voluntarios Amish con podómetros para determinar cuanta actividad física realizaban. Los resultados mostraron que los hombres Amish daban 18,425 pasos al día y las mujeres 14,196 pasos, en comparación con las personas no Amish, a quienes los médicos les recomiendan alcanzar al menos 10,000 pasos.

Como resultado de esta actividad física, solo alrededor del 4% de las personas Amish son obesas, en comparación con el 36.5% de la población general de los Estados Unidos, tal y como señaló un estudio publicado en 2012 en PLOS One. Los niños Amish tienen aproximadamente un tercio de probabilidades que los no Amish de ser obesos, lo que se traduce en tasas de diabetes tipo 2 un 50% más bajas.

Como señaló Mark Louden, un experto Amish de la Universidad de Wisconsin en Madison, en un correo electrónico dirigido a The Associated Press, «si bien los amish, incluidos los niños, son en general más saludables en muchos aspectos que sus contrapartes no amish, eso se debe a una combinación de estilo de vida y genética, no a sus bajas tasas de vacunación».

En cuanto a las enfermedades cardiovasculares, las tasas de presión arterial y enfermedades del corazón son ligeramente más altas que las de otras poblaciones. Esto podría atribuirse en parte a la dieta Amish, que, aunque puede quemarse trabajando en la granja, el alto contenido de grasa, sal y carbohidratos aún puede pasar factura.

Un estudio publicado en 2017 encontró que algunos miembros de la comunidad Amish de Berne, en Indiana, Estados Unidos, portan una mutación genética que les hace tener una esperanza de vida diez años superior a la de la media estadounidense, y muchos menos problemas de salud. Esta mutación en el gen Serpina-1 provoca un descenso en los niveles de producción de PAI-1, una proteína que varios experimentos realizados con ratones habían vinculado con el deterioro provocado por el envejecimiento. Como resultado, estas personas viven de media unos diez años más que quienes no portan dicha mutación y tienen menos riesgo de padecer enfermedades cardíacas y diabetes. Sin embargo, esta mutación genética es específica de algunos grupos de Amish y no se encuentra en todas las comunidades Amish.

También podría influir que los amish viven aislados y no acuden a los servicios de salud con frecuencia. Así, es posible que muchas enfermedades, como el autismo o el cáncer, pasen desapercibidas. Hay que tener en cuenta que estas dos explicaciones no se excluyen entre sí.

Los Amish también presentan casos de autismo,

Respecto al autismo, el trastorno del espectro autista también está documentado en poblaciones Amish, aunque los niños amish no sean diagnosticados con tanta frecuencia. Como indicó el Dr. Douglas Vaughan, catedrático de medicina de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern y que ha estudiado las comunidades Amish del Antiguo Orden en el noreste de Indiana, al equipo de verificación de Reuters, «Vaughan (…) no está seguro de si una pareja Amish llevaría a su hijo a una «evaluación del comportamiento» que permitiría un diagnóstico preciso de un trastorno del espectro autista.»

Un informe de la Sociedad Internacional para la Investigación del Autismo de 2010 indicó que el autismo afectaba a 1 de cada 271 niños amish. Esto era inferior a la prevalencia en Estados Unidos, que era de 1 de cada 91 niños entonces, pero no era nula, como se afirmaba erróneamente. Unas tasas más bajas que vendrían explicadas por lo mencionado por Vaughan.

Por tanto, la afirmación de que los amish no padecen cáncer, diabetes o autismo —son más sanos— porque no vacunan no es cierta si atendemos a la evidencia científica existente. Todas las premisas que la sustentan —la inexistencia de vacunación y de varias enfermedades entre los amish— son falsas y se contradicen con los datos disponibles.

En comparación con la población estadounidense, los amish tenían un mayor riesgo de morir durante la pandemia de COVID-19

En tercer lugar, se asume que los Amish no se enferman de COVID-19 o que tienen una mortalidad más baja que el resto de la población por su aislamiento social y su inmunidad colectiva. Sin embargo, esto tampoco es cierto, ya que los Amish sí se han visto afectados por la pandemia y han registrado picos de contagios y decesos.

Según un estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), en mayo de 2020 se produjo un brote de COVID-19 en una comunidad Amish del condado de Wayne, en Ohio, que afectó a 30 personas, de las cuales tres fueron hospitalizadas y una falleció. Los investigadores atribuyeron el brote a la reanudación de las actividades religiosas y sociales, que incluían compartir copas de comunión y besos de santo, sin el uso de mascarillas ni el distanciamiento físico.

Además, los Amish tienen una mayor vulnerabilidad al COVID-19 por su edad media, sus condiciones médicas subyacentes y su limitado acceso a los servicios de salud.

A diferencia de lo que se afirma, la pandemia de COVID-19 ha causado una alta mortalidad entre los amish, según los estudios científicos. Un estudio de 2021 recogió obituarios enviados a The Budget, uno de los periódicos amish más antiguos. Los autores explicaron que los certificados de defunción no suelen indicar la religión del fallecido, por lo que los obituarios fueron necesarios para identificar las muertes específicas de los amish.

Los autores contaron el número de muertes enviadas al Presupuesto y hallaron que las comunidades amish tuvieron un pico de exceso de mortalidad en noviembre de 2020, además de otros picos anteriores como en abril, abril, junio y septiembre de 2020.

Número de muertes por mes y año
Número de muertes por mes y año. Créditos: Stein RE, Corcoran KE, Colyer CJ, Mackay AM, Guthrie SK. Closed but Not Protected: Excess Deaths Among the Amish and Mennonites During the COVID-19 Pandemic [published correction appears in J Relig Health. 2022 Apr;61(2):1766]. J Relig Health. 2021;60(5):3230-3244. doi:10.1007/s10943-021-01307-5
El exceso de mortalidad es el número de muertes por todas las causas que supera lo que se esperaría según los registros de años anteriores. Como el exceso de mortalidad no depende de si se diagnosticó o no COVID-19, refleja la mortalidad directa e indirecta relacionada con la enfermedad.

En un estudio posterior que cubrió 2020 y 2021, los autores compararon el exceso de mortalidad de los amish con el de la población general de Estados Unidos. Encontraron que las comunidades amish tuvieron un mayor exceso de mortalidad la mayor parte del tiempo, y que fue más acusado a partir de que las vacunas estuvieran disponibles (en comparación con el resto de la población estadounidense).

Exceso de muertes por mes y año
Exceso de muertes por mes y año- Créditos: Stein RE, Colyer CJ, Corcoran KE, Mackay AM. Pathways to Immunity: Patterns of Excess Death Across the United States and Within Closed Religious Communities. J Relig Health. 2023;62(4):2820-2835. doi:10.1007/s10943-023-01838-z

Así, los datos muestran que los amish padecieron más pérdidas durante la pandemia de COVID-19 que el resto de la población.

Por lo tanto, la afirmación de que los Amish no se enferman de cáncer, autismo o COVID-19 por no vacunarse es falsa y carece de sustento científico. Se trata de un mito que se basa en una visión idealizada y simplista de la realidad de esta comunidad, que ignora la diversidad, la complejidad y los desafíos que enfrentan los Amish en su día a día. Lejos de ser un ejemplo de salud y bienestar, los Amish son una población que necesita más información, educación y atención sanitaria para prevenir y tratar las enfermedades que les afectan, como a cualquier otro grupo humano.

Conclusión

La afirmación de que los Amish no se enferman de cáncer, autismo, diabetes, enfermedades del corazón o COVID-19 por no vacunarse es falsa y carece de sustento científico. Se trata de un mito que se basa en una visión idealizada y simplista de la realidad de esta comunidad, que también registra casos de autismo, cáncer, diabetes y enfermedades cardíacas. Además, también han sufrido exceso de mortalidad por COVID-19.

Referencias:

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