¿Puede la vitamina C curar el sarampión? Un vídeo viral resucita un mito sin base científica

Un vídeo viral afirma que la vitamina C intravenosa puede curar el sarampión en una hora, pero no hay evidencia científica que lo respalde.

LO QUE SE AFIRMA

Un niño con sarampión se curó en una hora tras recibir vitamina C intravenosa.

LO QUE SABEMOS HASTA AHORA

Engañoso No existe evidencia clínica de que la vitamina C cure o modifique el curso del sarampión.

¿Puede la vitamina C curar el sarampión?

En un vídeo compartido por la organización Children’s Health Defense recientemente en X (antes Twitter), donde acumula más de 30 000 visualizaciones, la Dra. Suzanne Humphries relata un caso de 2019 en el que un niño supuestamente mejoró drásticamente de sarampión tras recibir una dosis intravenosa de vitamina C. “El sarpullido cambió frente a mis ojos”, dice Humphries, quien afirma que el menor pasó de estar al borde de la hospitalización a caminar por su cuenta en cuestión de una hora.

Estas declaraciones, sin embargo, no están respaldadas por la evidencia científica actual ni por las guías médicas oficiales.

A lo largo del siglo XX se han documentado informes anecdóticos sobre el uso de vitamina C en infecciones virales, especialmente por parte del médico Frederick Klenner, quien en los años 40 y 50 reportó supuestos efectos positivos del ácido ascórbico a dosis masivas en pacientes con sarampión. No obstante, estos estudios carecían de grupo control y de metodología científica rigurosa. Hasta la fecha, ninguno de esos hallazgos ha sido replicado en ensayos clínicos de calidad.

El único estudio clínico aleatorizado disponible que evaluó la vitamina C como coadyuvante en el tratamiento de niños con neumonía por sarampión no encontró ningún beneficio clínico significativo. Publicado en 2006, el ensayo concluyó que la suplementación con vitamina C y E no mejoraba el curso de la enfermedad respecto al grupo placebo. Esta conclusión ha sido respaldada por revisiones sistemáticas posteriores, que tampoco hallaron pruebas de que la vitamina C reduzca la duración o gravedad del sarampión.

Algunos estudios modernos han detectado niveles bajos de vitamina C en niños durante la fase aguda del sarampión, lo que sugiere un aumento del estrés oxidativo. Sin embargo, estos hallazgos no demuestran que la suplementación con vitamina C modifique el curso clínico de la enfermedad. Tampoco se ha probado que mejore la eficacia de la vacuna antisarampión ni que tenga algún efecto preventivo en personas expuestas. Concretamente, en un estudio realizado en África, la administración profiláctica de un complejo multivitamínico (incluyendo 60 mg de vitamina C, junto con vitaminas del grupo B, vitamina E, etc.) a lactantes no mejoró la tasa de seroconversión ni los niveles de anticuerpos tras la vacuna contra sarampión.

En conversación con este medio, el doctor Miguel Marcos, catedrático de la Universidad de Salamanca y médico internista del Hospital Universitario de Salamanca, fue tajante al respecto: “No hay ninguna evidencia científica de ello. Los estudios disponibles, incluyendo un ensayo clínico, no apoyan el uso de vitamina C para tratar el sarampión”. Sus declaraciones coinciden con el consenso científico actual, que desaconseja el uso de vitamina C como terapia frente al sarampión debido a la falta de resultados positivos en estudios rigurosos y ensayos controlados.

De forma similar, el doctor Neil Stone, especialista en enfermedades infecciosas, advirtió a través de su cuenta en X que la afirmación sobre el uso de vitamina C para tratar el sarampión constituye una grave desinformación. Subrayó que no existe ningún tratamiento específico para esta enfermedad y que la mejor forma de protegerse es mediante la vacunación, que ha demostrado ser segura y eficaz.

Frente a este panorama, de hecho, las autoridades sanitarias y pediátricas recomiendan como estrategia principal la vacunación mediante la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubéola). La única vitamina que ha demostrado reducir la mortalidad en casos graves de sarampión en niños desnutridos es la vitamina A, según la Organización Mundial de la Salud. Pero esto no significa que la vitamina A prevenga o cure el sarampión, como hemos verificado en una ocasión anterior. También sabemos que el exceso de vitamina A puede causar graves problemas de salud, como náuseas, vómitos, dolores de cabeza, fatiga, molestias articulares y óseas, visión borrosa y alteraciones en la piel y el cabello. En casos más severos, puede causar hipertensión intracraneal (aumento de la presión dentro del cráneo), daño en el hígado e incluso llevar al coma.

La vitamina C, por el contrario, no forma parte del tratamiento estándar y su uso como terapia contra el sarampión no está respaldado por ensayos clínicos controlados ni por guías médicas.

El sarampión: más que un simple sarpullido

Cuando pensamos en el sarampión, es fácil imaginar solo unas manchas rojas y fiebre. Pero esta enfermedad, altamente contagiosa y provocada por un virus llamado morbillivirus, es mucho más que una erupción pasajera.

El virus se propaga por el aire, a través de las pequeñas gotas que se liberan al toser o estornudar. Su capacidad de contagio es impresionante: una sola persona infectada puede transmitirlo a entre 12 y 18 personas que no estén inmunizadas. Por eso, basta con que alguien contagiado entre en una habitación para que, dos horas después, otro sin protección pueda enfermar solo por respirar ese aire.

Los primeros síntomas son similares a los de un resfriado fuerte: fiebre alta, tos seca, ojos enrojecidos, congestión y unas pequeñas manchas blancas dentro de la boca (manchas de Koplik). Luego aparece la característica erupción cutánea que se extiende desde la cabeza hacia el resto del cuerpo.

Aunque muchas personas se recuperan sin mayores problemas, el sarampión puede provocar complicaciones graves, especialmente en menores de cinco años o personas con sistemas inmunitarios debilitados. Entre ellas están la neumonía, infecciones de oído, pérdida auditiva, diarrea severa, ceguera, encefalitis y, en casos extremos, la muerte. De hecho, se estima que 1 de cada 1.000 personas con sarampión puede morir a causa de la enfermedad.

No obstante, una de las consecuencias más devastadoras del sarampión es la encefalitis esclerosante subaguda (SSPE), una enfermedad neurológica rara que puede aparecer años después de haber pasado el sarampión. Esta afección ataca el cerebro de forma progresiva, no tiene cura y suele ser mortal en un plazo de cinco años. Un análisis retrospectivo realizado en California reveló que, entre niños menores de cinco años no vacunados, 1 de cada 1.367 desarrolló esta complicación.

Además, investigaciones recientes han demostrado que el sarampión no solo afecta durante la infección aguda, sino que también borra parte de la memoria del sistema inmunitario. Un estudio publicado en Science en 2019 descubrió que, tras la infección, los niños perdieron entre el 11 % y el 73 % de los anticuerpos que ya tenían contra otras enfermedades. Es como si el virus reiniciara su sistema inmunitario, dejándolos más vulnerables a infecciones que antes podían combatir sin problema.

Estos hallazgos subrayan por qué la vacunación contra el sarampión es tan crucial. No solo previene la enfermedad en sí, sino que protege al organismo frente a complicaciones a corto y largo plazo. Y, en un mundo donde los brotes están resurgiendo por la caída en las tasas de vacunación, recordar la gravedad del sarampión es más importante que nunca.

La vacuna, la defensa más eficaz contra el sarampión

Las pruebas científicas son firmes: la vacunación continúa siendo la herramienta más efectiva para evitar el sarampión y reducir sus complicaciones. El esquema recomendado por las autoridades sanitarias contempla dos dosis de la vacuna triple viral (sarampión, rubéola y paperas), que garantiza una protección superior al 95%.

Antes de la introducción generalizada de esta vacuna, el sarampión provocaba cada año alrededor de 450 muertes solo en Estados Unidos, según datos de la Academia Americana de Pediatría. Lo más alarmante es que muchas de estas víctimas eran niños previamente sanos. Ese patrón se ha repetido recientemente en Texas, donde se han confirmado dos fallecimientos por sarampión en menores que, según los reportes, no presentaban enfermedades previas.

El éxito de las campañas de vacunación permitió declarar eliminada la transmisión endémica del sarampión en varios países, entre los que se encuentra España.

Como manifiestan los expertos consultados, confiar en suplementos sin respaldo científico como la vitamina C en lugar de vacunarse no solo carece de eficacia demostrada, sino que puede generar un falso sentido de seguridad. Frente a una enfermedad altamente contagiosa como el sarampión (su capacidad de contagio es tan alta que una sola persona infectada puede transmitir el virus a entre 12 y 18 personas susceptibles), la vacunación no tiene sustituto: es la forma más segura y comprobada de proteger la salud individual y colectiva.

La promoción de supuestas curas rápidas sin base científica puede generar falsas expectativas y desinformar al público sobre enfermedades prevenibles como el sarampión. El caso citado por Humphries es un testimonio aislado que no puede sustituir la necesidad de evidencia clínica validada. Sin ensayos controlados y reproducibles, las afirmaciones sobre la eficacia de la vitamina C contra el sarampión no pueden considerarse válidas desde el punto de vista médico.

¿Qué es la organización Children’s Health Defense?

La organización Children’s Health Defense (CHD) es una entidad estadounidense fundada por Robert F. Kennedy Jr., abogado ambientalista, figura destacada del movimiento antivacunas y actual Secretario de Salud de Estados Unidos. Aunque se presenta como una organización dedicada a la defensa de la salud infantil, numerosas investigaciones han demostrado que CHD es una de las principales plataformas de difusión de desinformación médica en internet, especialmente en temas relacionados con vacunas y salud pública.

Según un informe de 2021 del Center for Countering Digital Hate (CCDH), CHD figura entre los principales generadores de contenido antivacunas en redes sociales, siendo parte del llamado «Disinformation Dozen», un grupo responsable de casi dos tercios de la desinformación antivacunas compartida en plataformas como Facebook y Twitter/X.

La organización ha cuestionado abiertamente la seguridad y eficacia de vacunas ampliamente respaldadas por la comunidad científica, incluyendo las vacunas infantiles rutinarias y las desarrolladas contra la COVID-19. También ha promovido teorías de conspiración sobre la Organización Mundial de la Salud, las farmacéuticas, y la supuesta censura médica en redes sociales.

En múltiples ocasiones, tanto autoridades sanitarias como medios de verificación de hechos han desmentido sus publicaciones por contener afirmaciones falsas, manipuladas o sin respaldo científico. Por ejemplo, la revista médica The Lancet ha advertido que este tipo de desinformación pone en riesgo los logros de la salud pública y puede provocar una disminución en las tasas de vacunación infantil.

Pese a su nombre, Children’s Health Defense no cuenta con avales de asociaciones médicas reconocidas, y sus contenidos han sido eliminados en varias plataformas por incumplir políticas de desinformación médica. Aun así, mantiene una base activa de seguidores y difunde sus mensajes a través de sus canales propios y redes sociales.

Por todo ello, calificamos las afirmaciones como engañosas.

Referencias:

 

 

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