¿Es cierto que el consumo de pornografía está detrás del aumento de las agresiones sexuales en menores?

Recientemente, el Ministro para la Transformación Digital y la Función Pública del Gobierno de España, José Luis Escrivá, afirmó en redes sociales que las agresiones sexuales cometidas por menores han aumentado en los últimos años, y que tal aumento se debería al consumo de pornografía. Pero, ¿qué hay de cierto?

LO QUE SE AFIRMA

"Se ha constatado que las agresiones sexuales cometidas por menores se han más que duplicado en los últimos años, y una creciente evidencia vincula a la pornografía con ello".

LO QUE SABEMOS HASTA AHORA

Sin evidencia. No existe evidencia científica concluyente que vincule la pornografía con un aumento en las agresiones sexuales cometidas por menores.

En una reciente publicación en su cuenta de Twitter/X, José Luis Escrivá, actual Ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública de España, afirmó que «se ha constatado que las agresiones sexuales cometidas por menores se han más que duplicado en los últimos años, y una creciente evidencia vincula a la pornografía con ello».

Esta afirmación ha suscitado controversia y debate público. A través de un análisis exhaustivo y basado en evidencia, verificamos estas dos partes de la afirmación: el aumento de las agresiones sexuales cometidas por menores y la supuesta relación entre la pornografía y estas agresiones.

Tuit publicado por José Luis Escrivá
Tuit publicado por José Luis Escrivá el 2 de julio de 2024 en X/Twitter. Captura realizada el 11 de julio de 2024. Fuente: X/Twitter

Aumento de las agresiones sexuales cometidas por menores

Primero, revisemos la afirmación sobre el aumento de las agresiones sexuales cometidas por menores. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y otras fuentes oficiales en España, ha habido un aumento notable en los casos denunciados de agresiones sexuales cometidas por menores en los últimos años. Los informes del Ministerio del Interior de España indican un incremento en las denuncias relacionadas con menores de edad en delitos de índole sexual.

En su memoria anual relativa a 2022, la Fiscalía General del Estado denunció un «notabilísimo y preocupante ascenso» de las agresiones sexuales cometidas por menores de edad: el ministerio público investigó 974 casos frente a los 668 registrados en 2021, lo que supone un aumento del 45,8%. Desde 2017, las investigaciones por agresiones sexuales cometidas por menores han aumentado un 116%, con incrementos cada año.

Sin embargo, es crucial contextualizar estos números. El aumento en las denuncias puede estar relacionado con una mayor conciencia social y disposición a denunciar estos crímenes, más que un incremento real en la incidencia de estos delitos. Un informe de la Fundación ANAR sugiere que las campañas de sensibilización y la mejora en los mecanismos de denuncia pueden haber contribuido significativamente a este aumento en las cifras reportadas.

En relación a los delitos sexuales investigados, el propio Ministerio Público señaló que la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, conocida como la ley del ‘sólo sí es sí’, que entró en vigor el 6 de octubre de 2022, podría haber influido significativamente en estos datos al unificar los abusos y las agresiones sexuales en un único tipo penal.

Pornografía y agresiones sexuales: análisis de la evidencia

La segunda parte de la afirmación de Escrivá sugiere que existe una creciente evidencia que vincula la pornografía con las agresiones sexuales cometidas por menores.

Una revisión sistemática publicada en 2009 concluyó que «la evidencia de una relación causal entre la exposición a la pornografía y la agresión sexual es escasa y, en ciertos momentos, puede haber sido exagerada por políticos, grupos de presión y algunos científicos sociales». Mientras que, otra revisión publicada en 2016 y que se centró en el consumo de pornografía en adolescentes durante un período de 20 años, concluyó que la pornografía “está relacionada con actitudes y conductas sexuales, pero la causalidad no está clara”. Como destacó otra revisión sistemática posterior, publicada en 2020, la falta de estudios sobre el impacto de la pornografía dificulta llegar a conclusiones, en parte debido a un estigma generalizado en las ciencias sociales hacia la investigación sobre temas sexuales.

Hemos preguntado a Ramón Nogueras, psicólogo sanitario y divulgador, quien nos ha comentado que, en realidad, «no hay evidencia de que la pornografía esté vinculada a la agresión». De hecho, «se puede discutir que se hayan duplicado las agresiones y no las denuncias. A nivel poblacional, sabemos que el acceso a la pornografía tiene una relación inversa con las agresiones sexuales», en relación a la revisión sistemática publicada en 2009 y mencionada anteriormente, la cual es considerada como la más completa hasta el momento.

Nogueras también nos ha comentado que «además, sabemos que es falaz que la pornografía necesariamente objetifique a las mujeres, o que la mayoría del porno se haya vuelto más y más violento». En este punto, Nogueras destaca un trabajo publicado en el año 2020, en el que los autores encontraron que «no sólo no es cierto que la mayoría de pornografía no es agresiva contra las mujeres [según el estudio de McKee citado anteriormente, sólo el 2% lo muestran], ni que la mayoría de usuarios lo busque, sino que la mayoría de usuarios que lo buscan son mujeres, lo cual no tiene nada que ver con que haya una patología».

Por otro lado, Nogueras señala que «no parece haber fundamento en la crítica de que el visionado de porno se asocie con disfunción eréctil ni en jóvenes ni adultos», como concluyó este otro trabajo publicado en 2021. En este sentido, el psicólogo nos comenta que «parece que el porno puede ser problemático en algunas personas para las que su consumo sea causa de incongruencia moral«.

También ha destacado un último detalle importante: cuando los estudios incorporan buenas prácticas en su diseño y análisis de datos, «es menos probable que aparezcan efectos del uso del porno en la conducta, y cuando estos aparecen el estudio tiende a ser de pésima calidad», como muestra esta reciente revisión. «Las cifras que aproximan al 90% el número de videos con violencia hacia las mujeres es inventado a raiz de un estudio de 2010 que consideraba que el BDSM consensuado era violencia, por ejemplo», ha señalado.

Tras una revisión exhaustiva de la evidencia disponible, concluimos que la afirmación de José Luis Escrivá carece de respaldo científico sólido. Aunque es cierto que las denuncias de agresiones sexuales cometidas por menores han aumentado, no existe evidencia concluyente que vincule este incremento al consumo de pornografía. Por tanto, calificamos tal afirmación con la etiqueta de «Sin evidencia».

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