RFK Jr. afirma que la vacuna triple vírica (MMR) contiene «muchos restos de fetos abortados y partículas de ADN», pero no es cierto

Robert F. Kennedy Jr. afirmó que la vacuna MMR contiene muchos restos de fetos abortados y partículas de ADN, pero no hay evidencia de que el producto final incluya restos fetales ni ADN reconocible.

LO QUE SE AFIRMA

La vacuna MMR contiene muchos restos de fetos abortados.

LO QUE SABEMOS HASTA AHORA

Falso. Las vacunas como la MMR se purifican mediante procesos rigurosos que eliminan cualquier resto celular, por lo que no contienen células ni tejidos fetales.

LO QUE SE AFIRMA

La vacuna MMR contiene partículas de ADN.

LO QUE SABEMOS HASTA AHORA

Engañoso. Algunas vacunas pueden contener fragmentos minúsculos de ADN altamente degradado, pero están en cantidades insignificantes y no suponen ningún riesgo para la salud.

Es falso que las vacunas MMR o triple vírica tengan restos de fetos

En una intervención reciente en el programa “CUOMO Town Hall: The First 100 Days”, el secretario de Salud de EE. UU., Robert F. Kennedy Jr., aseguró que la vacuna MMR (triple vírica) “contiene muchos restos de fetos abortados y partículas de ADN”. Argumentó que este hecho explicaría por qué algunas comunidades religiosas, como los menonitas, rechazan la vacunación. La declaración, emitida en horario de máxima audiencia, ya ha sido replicada en redes sociales y ha generado un intenso debate. Sin embargo, lo afirmado por RFK Jr. contiene afirmaciones tanto falsas como engañosas, según ha podido verificar Factico.

Qué dice la ciencia sobre las vacunas y las células fetales

La vacuna MMR (triple vírica) que protege contra el sarampión, las paperas y la rubéola, fue desarrollada usando líneas celulares humanas derivadas de dos abortos terapéuticos realizados en la década de 1960. Según History of Vaccines, un sitio web del Colegio de Médicos de Filadelfia, «en total, solo dos fetos, ambos obtenidos mediante abortos por decisión materna, dieron lugar a las cepas celulares humanas utilizadas en el desarrollo de la vacuna. Ninguno de los abortos se realizó con fines de desarrollo de la vacuna». Estas líneas celulares —WI-38 y MRC-5— han sido cultivadas y mantenidas en laboratorio durante más de 50 años. No implican abortos nuevos ni contienen células fetales en el producto final.

Según el Children’s Hospital of Philadelphia, estas células se usaron originalmente porque procedían de un entorno estéril —el útero— lo que garantizaba su pureza, y porque los virus que infectan humanos tienden a crecer mejor en células humanas. Además, estas células han sido cuidadosamente mantenidas a lo largo de décadas mediante congelación en nitrógeno líquido, lo que permite su uso prolongado sin necesidad de nuevos tejidos.

Hemos hablado con Alejandro Pascual Iglesias, Doctor en Biociencias Moleculares y Virología y experto en desarrollo de vacunas, quien nos ha aclarado que «una vacuna vírica no puede contener restos celulares porque suele ser al revés». Explica que «las vacunas, sobre todo las de virus vivos, necesitan tener una concentración alta de esos virus» y que «la única manera de fabricarlos es en cultivos celulares, es decir, usando las células como fábricas de virus». Añade que «los virus no contienen restos celulares, los virus salen y rompen las células una vez se ensamblan e infectan a otras nuevas». Y señala que, normalmente, «se usan células con alto índice mitótico para casi cualquier cultivo, como fibroblastos o células de tejidos que se renuevan mucho, como el útero, la piel, el riñón».

Según explicó la vacunóloga Helen Petousis-Harris a AAP FactCheck, los virus utilizados en las vacunas se cultivan en esas líneas celulares, pero luego se purifican cuidadosamente para eliminar cualquier rastro de material celular antes de su uso en humanos. El doctor Paul Griffin, profesor asociado y director de enfermedades infecciosas en Mater Health Services, también aclaró que las vacunas que utilizan líneas celulares humanas no dependen de abortos recientes, ya que dichas células se han replicado en laboratorio desde hace décadas. «Es cierto que algunas vacunas se desarrollan utilizando células humanas o de origen humano, pero estas provienen de cultivos celulares mantenidos en laboratorio durante mucho tiempo», señaló. «Aun así, las vacunas no contienen esas células en sí mismas, por lo que no incluyen tejidos ni restos de fetos humanos abortados», subrayó.

En el caso de la vacuna MMR II (desarrollada por Merck y ampliamente utilizada en Estados Unidos y otros países, aprobada por la FDA en 1971 y recomendada por los CDC), se utiliza la cepa del virus de la rubéola (Wistar RA 27/3), la cual es cultivada en fibroblastos pulmonares humanos diploides WI-38. Sin embargo, eso no significa que la vacuna contenga células fetales: en el proceso de fabricación de la MMR II, se lleva a cabo una purificación rigurosa que elimina cualquier residuo celular. Expertos del Children’s Hospital of Philadelphia explican que “los virus son purificados, eliminando todos los componentes usados en el cultivo, por lo que las vacunas no contienen células fetales ni ADN humano reconocible”.

Las afirmaciones de RFK Jr. distorsionan los hechos

Como explicamos en 2024 en un artículo similar, las vacunas se purifican mediante procesos complejos de filtración y centrifugación que eliminan cualquier componente celular. Los científicos comparan este proceso con limpiar un cubo de arándanos para hacer un pastel: se eliminan tallos y hojas, y solo queda el ingrediente útil. Julie Leask, profesora en la Universidad de Sídney y experta en vacunación y reticencia vacunal, explicó que vacunas como las de la varicela, la rubéola o la rabia no llevan ADN humano en su composición. Según indicó, las células fetales utilizadas en el proceso pierden su integridad al ser destruidas durante el cultivo del virus, y además el material se purifica antes de llegar al producto final, lo que fragmenta y elimina cualquier rastro reconocible de ADN celular. De hecho, según el Centro de Educación sobre Vacunas del Hospital Infantil de Filadelfia (CHOP), «durante este proceso de purificación también se descompone cualquier ADN celular restante».

Algo que también confirma el Proyecto de Conocimiento sobre Vacunas de la Universidad de Oxford: «En algunas vacunas, el principio activo se cultiva en laboratorios en cultivos que contienen células humanas. Algunos virus, como el de la varicela, se desarrollan mucho mejor en células humanas. Tras su cultivo, los virus se purifican varias veces para eliminar el material del cultivo celular. Esto hace improbable que quede material humano en la vacuna final».

En definitiva, aunque se utilicen células humanas para cultivar los virus durante el desarrollo de algunas vacunas, estas se eliminan completamente en las etapas finales del proceso de fabricación.  Simplemente estos materiales no forman parte de la vacuna final.

¿Qué hay de cierto en lo que dijo RFK Jr sobre el “ADN en las vacunas”?

Durante el proceso de fabricación de vacunas, especialmente aquellas desarrolladas con virus, pueden quedar trazas microscópicas de ADN procedente de las células utilizadas en la producción. Pero estos restos son extremadamente pequeños y están muy degradados.

Según el Vaccine Education Center del Hospital Infantil de Filadelfia, el proceso de purificación por el que pasan las vacunas es riguroso, y el ADN residual no solo es mínimo, sino que queda en forma de fragmentos tan diminutos que no representan ningún peligro para el cuerpo humano.

“Cuando se han cuantificado estos restos, se han encontrado en cantidades de picogramos, es decir, una billonésima parte de un gramo (0.000000000001). En estas cantidades y en ese estado fragmentado, no pueden dañar ni alterar nuestro ADN”, explican desde el centro.

Es cierto que pueden quedar fragmentos de ADN en algunas vacunas, pero se trata de cantidades extremadamente pequeñas y altamente degradadas que no representan un riesgo para la salud. Mencionarlo sin contexto puede inducir a error y contribuir a la desinformación.

¿Qué dice la religión al respecto?

Contrario a lo que sugiere RFK Jr., la comunidad religiosa no es monolítica en su rechazo a las vacunas. En 2005, el Vaticano determinó que era moralmente aceptable para los católicos recibir vacunas desarrolladas con estas líneas celulares, siempre que no existan alternativas éticas disponibles. Esta posición fue reiterada durante la pandemia de COVID-19.

Concretamente, afirmaron lo siguiente: «En cuanto a las enfermedades contra las que no existen vacunas alternativas disponibles y éticamente aceptables, es justo abstenerse de utilizarlas si ello puede hacerse sin que los niños, e indirectamente la población en su conjunto, sufran riesgos significativos para su salud». Es decir, si rechazar la vacuna no implica un riesgo serio para la salud pública o individual, entonces está bien abstenerse de usarla por razones éticas. Sin embargo, si no vacunarse representa un riesgo considerable para uno mismo o para los demás (por ejemplo, durante un brote de enfermedad contagiosa), entonces es preferible usar la vacuna disponible, aunque tenga ese origen, porque la obligación moral de proteger la vida y la salud prevalece.

Además, como indica el Hospital Infantil de Filadelfia, no hay alternativa sin líneas celulares fetales para vacunas como la de la rubéola, varicela y hepatitis A. Y, aunque existe una alternativa para la rabia, no lo hay para otras. Aun así, líderes religiosos de distintas confesiones han aceptado su uso como un mal menor en beneficio del bien común.

Conclusión

La afirmación de Robert F. Kennedy Jr. es falsa: la vacuna MMR, incluida la MMR II, no contiene restos de fetos abortados, ni tejidos humanos, ni “muchos restos” como él sugiere. También es engañoso hablar de “partículas de ADN” como si fueran peligrosas. Aunque en el desarrollo original de algunas vacunas se utilizaron dos líneas celulares humanas derivadas de abortos legales realizados en los años 60, estos cultivos no son equivalentes a “restos fetales” y no forman parte del producto final.

Los virus usados en la vacuna se cultivan en estas células, pero tras su producción, las vacunas se purifican a través de múltiples etapas. En ese proceso, pueden quedar trazas minúsculas y fragmentadas de ADN, pero según el Vaccine Education Center del Hospital Infantil de Filadelfia, estas cantidades se miden en picogramos (una billonésima parte de un gramo) y no tienen capacidad para causar daño ni modificar el ADN humano.

La frase “muchos restos de fetos abortados” no solo es científicamente inexacta, sino que también alimenta una narrativa distorsionada, ya que exagera el uso de dos líneas celulares concretas y sugiere falsamente la presencia de tejidos humanos en la vacuna.

Por último, no hay pruebas de que el contenido de estas vacunas sea la causa del rechazo religioso. Incluso el Vaticano ha señalado que es moralmente aceptable vacunarse con ellas, dado su papel crucial en la protección de la salud pública.

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