Falso: la vacuna contra el sarampión no causa más muertes que la enfermedad

No hay evidencia de que la vacuna contra el sarampión cause más muertes que la enfermedad: los datos y estudios científicos lo desmienten.

LO QUE SE AFIRMA

La vacuna contra el sarampión no causa más muertes que la enfermedad

LO QUE SABEMOS HASTA AHORA

Falso. La vacuna contra el sarampión no ha causado más muertes que la enfermedad; los datos usados para afirmarlo no prueban causalidad y el sarampión sigue siendo potencialmente mortal, incluso en niños sanos.

La vacuna contra el sarampión no causa más muertes que la enfermedad

Un viejo artículo de Natural News (archivado), compartido miles de veces en redes sociales desde 2019, ha vuelto a circular en pleno brote de sarampión en Estados Unidos (como podemos ver aquí). El texto, firmado por Ethan Huff, afirma que “las vacunas contra el sarampión matan a más niños que el sarampión” y que esta diferencia sería “abrumadora”. Para sostener esta idea, el artículo recurre a una interpretación errónea de los datos del sistema VAERS y a narrativas que han sido desacreditadas por expertos y estudios científicos durante años.

En los últimos meses, figuras públicas como Robert F. Kennedy Jr. han reiterado estas afirmaciones en entrevistas televisivas, justo cuando el sarampión ha reaparecido con fuerza en Texas, Nuevo México y Oklahoma, afectando principalmente a niños no vacunados. Pero ¿es cierto que la vacuna es más peligrosa que la enfermedad?

¿Qué dicen los datos sobre muertes por sarampión?

Desde el año 2000, Estados Unidos ha reportado un número muy bajo de muertes por sarampión, gracias a las altas tasas de vacunación. Pero esto no significa que la enfermedad sea inofensiva. De hecho, el descenso de la mortalidad comenzó a notarse con la introducción de antibióticos en los años 40, que ayudaron a tratar infecciones secundarias como neumonía, según explicó el doctor Paul Offit, miembro del comité asesor de vacunas de la FDA, en MedPage Today.

Antes de la vacunación masiva, cada año se reportaban unos 500.000 casos de sarampión en EE. UU., con 400 a 500 muertes, 48.000 hospitalizaciones y unos 1.000 casos de encefalitis, según datos de los CDC. Incluso con mejoras sanitarias, el sarampión seguía siendo una de las principales causas de muerte infantil en el mundo, con 114.900 muertes globales en 2014, de acuerdo con la OMS.

En el brote actual en Texas, que ya ha provocado más de 300 casos y una muerte en un niño sano, se ha confirmado que el 95 % de los infectados no estaban vacunados o tenían un historial vacunal desconocido, según FactCheck.org.

Además, el tuit se acompaña en ocasiones de una gráfica según la cual entre 2004 al 2015 en Estados Unidos se registraron 0 muertes por sarampión y 108 por la vacuna. De acuerdo con los National Vital Statistics Reports (NVSR) de los CDC, entre 2000 y 2013, el sarampión fue registrado como causa de muerte en 11 ocasiones, incluyendo dos niños menores de cuatro años. Posteriormente, en 2015, el Departamento de Salud del estado de Washington reportó el fallecimiento de una mujer de 22 años a causa del virus.

¿Y las muertes por la vacuna contra el sarampión?

El artículo de Natural News cita 100 muertes supuestamente causadas por la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubéola, MMR por sus siglas en inglés). Esta cifra proviene del sistema de notificación VAERS, una base de datos gestionada por los CDC y la FDA que recoge cualquier evento adverso que ocurra tras la vacunación. Pero esto no significa que haya una relación causal.

El propio sistema VAERS advierte que sus datos no pueden usarse para establecer que una vacuna haya causado una muerte, avisando de sus propias limitaciones, tanto en el sitio web como en muchos artículos académicos. Es un sistema de alerta temprana, no un registro de efectos comprobados. Tal como señalan los CDC, muchas de las muertes reportadas estaban asociadas a condiciones previas graves o eran claramente no relacionadas, como accidentes.

En otras palabras, que se registre una muerte tras recibir una vacuna no significa que la vacuna sea responsable. Puede tratarse de una coincidencia temporal o de un caso relacionado con otras condiciones de salud preexistentes. Por ello, no es correcto comparar directamente estos reportes con las muertes por sarampión confirmadas por los CDC, que sí están basadas en diagnósticos médicos y evidencia clínica.

Un estudio del CDC de 2015 que analizó informes de muertes tras vacunación no encontró patrones preocupantes que vincularan directamente a la vacuna MMR con fallecimientos en personas sanas. Solo se confirmaron muertes en personas con sistemas inmunitarios severamente comprometidos, quienes, por recomendación médica, no deberían recibir vacunas con virus vivos atenuados como la MMR.

¿Causa la vacuna las mismas complicaciones que el sarampión?

Otra afirmación recurrente es que la MMR puede causar encefalitis, ceguera y otras secuelas graves que también provoca el sarampión. Esto es engañoso. Aunque existen efectos secundarios poco frecuentes, como fiebre, sarpullido leve o, en casos excepcionales, púrpura trombocitopénica (ITP) o convulsiones febriles, el riesgo es mucho menor que el de padecer estas complicaciones tras una infección natural.

Según la revisión Cochrane de 2021, no hay evidencia de que la vacuna MMR esté asociada a encefalitis, y el riesgo de convulsiones febriles o ITP es muy bajo. El Instituto de Seguridad de Vacunas de la Universidad Johns Hopkins también confirma que estos efectos son poco frecuentes y, en general, benignos.

Por otro lado, existen algunos casos aislados en los que se ha informado de neuritis óptica tras la administración de la vacuna contra el sarampión, pero se trata de una reacción extremadamente infrecuente y no provoca ceguera. Un informe clínico de 2016 señala que, en los 30 años anteriores, solo se habían documentado seis casos asociados a esta vacuna.

En cambio, el sarampión puede causar daños neurológicos permanentes, ceguera y sordera, incluso en niños sanos. Así lo documentó el brote de sarampión en Filadelfia en 1991, donde murieron nueve niños bien nutridos y sin problemas de salud previos. De hecho, un estudio calculó que el sarampión causa hasta 60.000 casos de ceguera por año a nivel mundial. También se sabe que el sarampión sigue siendo una de las mayores causas de ceguera infantil en regiones del mundo donde los programas de vacunación son limitados o irregulares, especialmente en zonas afectadas por conflictos armados que dificultan el acceso a la inmunización sistemática.

Además, una de las secuelas más graves del sarampión es la panencefalitis esclerosante subaguda (SSPE), una enfermedad degenerativa del sistema nervioso central que resulta siempre mortal y puede manifestarse varios años después de haber superado la infección. Una revisión de los casos registrados en California entre 1988 y 1991 encontró que esta complicación afectó a uno de cada 1.367 niños no vacunados que habían contraído sarampión antes de los cinco años de edad.

Este riesgo a largo plazo refuerza la importancia de la vacunación, no solo para evitar el contagio inmediato, sino también para prevenir consecuencias neurológicas fatales y reducir de forma general la carga de enfermedades infecciosas en la infancia.

¿Qué pasa con la inmunidad natural?

Una crítica habitual es que la inmunidad por infección natural es más duradera que la proporcionada por la vacuna. Si bien es cierto que los anticuerpos disminuyen con el tiempo, esto no significa que se pierda la protección. Estudios recientes, como el de Alexis Robert de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (2024), estiman que la protección tras dos dosis de la vacuna apenas disminuye un 0,04 % por año. Un estudio realizado en Francia en 2023 concluyó que la protección conferida por la vacuna disminuye a un ritmo muy lento, apenas un 0,22 % anual. De forma similar, una investigación llevada a cabo en Alemania determinó que solo un pequeño porcentaje de los casos —como máximo el 1 %— podría atribuirse a una disminución de la inmunidad con el tiempo.

Esto contrasta con afirmaciones como las de RFK Jr., quien dijo que la inmunidad “se pierde a un ritmo del 4,5 % anual”, lo cual, de ser cierto, implicaría que millones de adultos vacunados deberían estar contrayendo sarampión, lo cual no ocurre.

También sabemos que el sarampión es una de las enfermedades más contagiosas que existen, con una capacidad de transmisión que puede oscilar entre 12 y 18 personas por cada caso. Pero su peligrosidad no se limita a su rápida propagación. Uno de los efectos menos conocidos, pero igualmente preocupantes, es la llamada «amnesia inmunitaria». Este fenómeno ocurre cuando el virus elimina parte de la memoria del sistema inmunitario, haciendo que el organismo olvide cómo defenderse de patógenos que ya había combatido antes. Según distintas investigaciones, esta alteración puede durar entre dos y tres años, periodo durante el cual los niños quedan más expuestos a infecciones, incluidas aquellas frente a las que ya tenían inmunidad.

Una investigación publicada en Science en 2019 reveló que los niños no vacunados que habían sufrido sarampión perdieron entre el 11 % y el 73 % de sus anticuerpos, lo que incrementa notablemente el riesgo de contraer enfermedades como gripe, neumonía o infecciones bacterianas.

Veredicto

La afirmación de que la vacuna contra el sarampión causa más muertes que la propia enfermedad es falsa. No se basa en datos fiables, distorsiona los reportes del sistema VAERS y omite el contexto epidemiológico y clínico. Los estudios científicos, revisiones independientes y datos oficiales coinciden en que la vacuna MMR (triple vírica) es segura, efectiva y salva vidas.

Si te gusta nuestro trabajo y quieres colaborar con nosotros, puedes hacer una donación para apoyar nuestra labor de verificación de hechos. Con tu aportación, nos ayudas a mantener nuestra independencia, nuestra calidad y nuestra credibilidad.

Total
0
Shares

Anterior artículo
La ciencia no avala el supuesto hallazgo de pozos y estructuras bajo las pirámides egipcias

No hay pruebas creíbles que respalden el hallazgo de vastas estructuras subterráneas bajo las pirámides de Egipto

Siguiente artículo
No, la vitamina A no previene el sarampión

La vitamina A no cura ni previene el sarampión

Artículos relacionados