¿Es cierto que la población Amish no tiene autismo porque no vacunan a sus hijos?

Aunque se trate de un argumento muy utilizado por parte del movimiento antivacunas, y que ha vuelto a cobrar fuerza recientemente, los datos ni las evidencias científicas avalan la teoría.

LO QUE SE AFIRMA

La población Amish no presenta casos de autismo porque no vacunan a sus hijos.

LO QUE SABEMOS HASTA AHORA

Los Amish no son un grupo homogéneo ni tienen una postura única sobre las vacunas. Además, sí tienen casos de autismo entre sus miembros.

Amish y vacunas
A pesar de la insistencia, no hay datos que demuestren que las vacunas causan autismo. Y mucho menos la población Amish sirve de prueba. Foto: Istock

El autismo es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a la comunicación y la interacción social de las personas que lo padecen. Se estima que uno de cada 160 niños tiene algún tipo de trastorno del espectro autista (TEA) en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las causas del autismo son complejas y aún no se conocen del todo, pero se cree que intervienen factores genéticos y ambientales. Sin embargo, hay quienes sostienen que las vacunas, especialmente la triple vírica (sarampión, paperas y rubéola), son las responsables de provocar el autismo en los niños.

Uno de los argumentos que utilizan estos grupos antivacunas es que la población Amish, una comunidad religiosa que vive en Estados Unidos y que rechaza la mayoría de las tecnologías modernas, no tiene casos de autismo porque no vacuna a sus hijos.

¿Qué hay de cierto en esta afirmación? ¿Hay alguna evidencia científica que respalde esta teoría?

El origen del mito

La idea de que las vacunas pueden causar autismo se originó en 1998, cuando el médico británico Andrew Wakefield publicó un estudio en la prestigiosa revista The Lancet, en el que afirmaba haber encontrado una relación entre la vacuna triple vírica y el autismo en 12 niños.

Sin embargo, este estudio fue ampliamente criticado y desacreditado por la comunidad científica, que señaló numerosas irregularidades y conflictos de interés en su realización. Además, ningún otro estudio posterior pudo replicar sus resultados ni confirmar su hipótesis.

En 2004, The Lancet se retractó parcialmente del estudio y en 2010 lo retiró completamente de su publicación. Wakefield fue declarado culpable de mala conducta profesional y perdió su licencia médica.

A pesar de esto, el daño ya estaba hecho y el mito de la conexión entre las vacunas y el autismo se extendió por el mundo, alimentado por grupos antivacunas y celebridades que difundieron esta falsa información.

La realidad de los Amish

Como decíamos, uno de los argumentos que usan los antivacunas para sostener su teoría es que los Amish no tiene casos de autismo porque no vacuna a sus hijos.

Sin embargo, esta afirmación es falsa por varios motivos. En primer lugar, los Amish no son un grupo homogéneo ni tienen una postura única sobre las vacunas. Algunas comunidades Amish sí vacunan a sus hijos, mientras que otras no lo hacen o lo hacen parcialmente. Esto depende de factores como el acceso a los servicios de salud, la educación, la influencia de los líderes religiosos y las creencias personales.

En segundo lugar, los Amish sí tienen casos de autismo entre sus miembros, aunque su prevalencia es difícil de estimar debido a la falta de registros oficiales y a las barreras culturales y lingüísticas. Algunos estudios realizados con muestras pequeñas han encontrado tasas similares o inferiores a las del resto de la población, pero no se puede generalizar a partir de estos datos.

Los Amish sí tienen casos de autismo entre sus miembros, aunque su prevalencia es difícil de estimar.

Además, hay que tener en cuenta que los Amish tienen una alta consanguinidad, lo que aumenta el riesgo de padecer enfermedades genéticas raras. Algunas de estas enfermedades pueden tener síntomas similares al autismo o confundirse con él, como el síndrome de Angelman o el síndrome de Sanfilippo.

La evidencia científica

La mejor forma de comprobar si hay una relación causal entre las vacunas y el autismo es realizar estudios epidemiológicos con grandes muestras de población y controlando otros factores que puedan influir en el resultado.

Estos estudios se han realizado en varios países y con diferentes metodologías, y todos ellos han llegado a la misma conclusión: no hay ninguna evidencia científica que demuestre que las vacunas causen autismo o cualquier otro trastorno del neurodesarrollo.

Por ejemplo, un estudio realizado en Dinamarca con más de 600.000 niños encontró que no había ninguna diferencia en el riesgo de desarrollar autismo entre los niños vacunados con la triple vírica y los no vacunados.

Otro estudio realizado en Japón con más de 30.000 niños mostró que la incidencia de autismo siguió aumentando después de que se suspendiera la vacuna triple vírica en 1993 por motivos políticos.

Un metaanálisis realizado en 2014 con más de 1,2 millones de niños concluyó que no había ninguna asociación entre las vacunas y el autismo ni entre el timerosal (un conservante usado en algunas vacunas) y el autismo.

Estos son solo algunos ejemplos de los numerosos estudios científicos que han refutado la falsa conexión entre las vacunas y el autismo. La OMS, la Academia Americana de Pediatría, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y otras organizaciones sanitarias internacionales han respaldado estas conclusiones y han reafirmado la seguridad y eficacia de las vacunas.

En resumen, podemos afirmar con total seguridad que la población Amish no tiene menos casos de autismo porque no vacune a sus hijos. Esta es una afirmación falsa basada en un mito sin fundamento científico.

Las vacunas son una herramienta fundamental para prevenir enfermedades graves e incluso mortales, como el sarampión, las paperas o la rubéola. Estas enfermedades pueden causar complicaciones como neumonía, meningitis o malformaciones congénitas. Además, son seguras y efectivas, y no causan autismo ni ningún otro trastorno del neurodesarrollo. Los beneficios de vacunar superan ampliamente los posibles riesgos o efectos secundarios.

El autismo es un trastorno complejo cuyas causas aún se desconocen del todo. Se cree que intervienen factores genéticos y ambientales. La investigación científica sigue avanzando para comprender mejor este trastorno y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.

Referencias:

  • Health Feedback. (2019, July 16). Claim that the Amish are healthier because they opt out of all vaccines is incorrect. https://healthfeedback.org/claimreview/claim-that-the-amish-are-healthier-because-they-opt-out-of-all-vaccines-is-incorrect/
  • Lee, J. (2016, May 10). The Amish Don’t Get Autism? [Updated 2019, March 5]. Snopes.com. https://www.snopes.com/fact-check/the-amish-dont-get-autism/
  • Pinheiro, P. (2023, April 17). Vacunas y autismo: lo que realmente dice la ciencia. MD.Saúde. https://www.mdsaude.com/es/enfermedades-infecciosas/vacunas-y-autismo/
  • Adamo Idoeta, P. (2017, July 31). La historia de cómo nació el mito del vínculo entre las vacunas y el autismo. BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-40776371
  • Northwestern University. (2019, November). Las Vacunas y el Autismo: ¿Qué nos Dice la Ciencia? https://ei.northwestern.edu/wp-content/uploads/2019/11/Vaccines-and-Autism-Handout_Spanish.pdf
  • El País. (2019, March 6). Un estudio reitera que la relación entre las vacunas y el autismo es falsa. https://elpais.com/elpais/2019/03/05/mamas_papas/1551783023_370147.html
  • KidsHealth. (n.d.). ¿Existe una conexión entre las vacunas y el autismo? https://kidshealth.org/es/parents/autism-studies.html
  • Madsen KM., Hviid A., Vestergaard M., et al. A population-based study of measles, mumps, and rubella vaccination and autism. N Engl J Med. 2002; 347:1477–1482.
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