Qué sabemos sobre el estudio que analiza datos de 13,8 millones de niños y concluye que la COVID-19 causa más complicaciones vasculares e inflamatorias que la vacuna de ARNm

El análisis de casi catorce millones de registros médicos infantiles en Inglaterra demuestra que la infección por COVID-19 provoca más miocarditis, trombos e inflamaciones prolongadas que la vacuna, cuyos efectos son raros y temporales.

PUNTOS CLAVE
  • El estudio analizó 13,9 millones de niños y mostró que la infección por COVID-19 eleva notablemente el riesgo de miocarditis, trombos y síndromes inflamatorios.
  • Tras la vacunación, los efectos adversos fueron raros y se limitaron a las primeras semanas, sin señales a largo plazo.
  • Los riesgos tras la infección se mantuvieron durante más de 12 meses, mientras que los de la vacuna fueron transitorios y poco frecuentes.
Qué sabemos sobre el estudio que analiza datos de 13,8 millones de niños y concluye que la COVID-19 causa más complicaciones vasculares e inflamatorias que la vacuna de ARNm

Un análisis de casi 13,9 millones de registros médicos de niños y jóvenes en Inglaterra ha evaluado los riesgos de enfermedades vasculares e inflamatorias asociados tanto a la infección por COVID-19 como a la vacunación con la fórmula de Pfizer-BioNTech. El estudio, publicado en The Lancet Child & Adolescent Health, constituye la mayor investigación realizada hasta la fecha en población infantil sobre este tema.

El trabajo fue realizado por un consorcio de instituciones del Reino Unido encabezadas por la Universidad de Cambridge y el British Heart Foundation Data Science Centre. Los investigadores utilizaron registros sanitarios enlazados del sistema público de salud británico (NHS) entre enero de 2020 y diciembre de 2022, que incluyen datos de atención primaria, hospitalaria, urgencias, laboratorio y mortalidad.

El análisis incluyó a 13.896.125 menores de 18 años, de los cuales 6.784.260 (48,8%) eran niñas y 7.111.865 (51,2%) niños. De este total, 3.903.410 tuvieron un diagnóstico confirmado de COVID-19 y 3.407.560 recibieron al menos una dosis de la vacuna BNT162b2. El objetivo fue comparar la frecuencia de patologías como trombos arteriales y venosos, trombocitopenia, miocarditis o pericarditis y síndromes inflamatorios multisistémicos (PIMS o MIS-C), tanto tras la infección como tras la vacunación.

Los resultados muestran diferencias marcadas. En los siete días posteriores al diagnóstico de COVID-19, el riesgo de trombos arteriales fue 2,3 veces mayor que en los niños no infectados. Para los trombos venosos, el aumento fue de 4,9 veces, y para la trombocitopenia, de 3,6 veces. El riesgo de miocarditis o pericarditis se multiplicó por 3,4, y el de enfermedades inflamatorias sistémicas fue 14,8 veces mayor en comparación con quienes no habían tenido la infección.

Aunque la incidencia de estas complicaciones disminuyó con el tiempo, el estudio detectó que algunas se mantenían elevadas incluso más allá de los 12 meses tras la infección. En ese periodo prolongado, el riesgo relativo de trombos venosos seguía siendo 1,39 veces mayor, el de trombocitopenia 1,42 veces y el de miocarditis o pericarditis 1,42 veces.

El estudio también calculó los riesgos absolutos a seis meses. En niños y adolescentes de 5 a 18 años, tras la infección se registraron 2,24 casos adicionales de miocarditis o pericarditis por cada 100.000 personas, 5,58 casos de trombos venosos, 2,28 casos de trombocitopenia y 17,43 casos de enfermedades inflamatorias.

En cambio, en el grupo vacunado los datos fueron distintos. Entre los 9.245.395 menores de entre 5 y 17 años analizados, los investigadores detectaron un ligero aumento del riesgo de miocarditis o pericarditis en las primeras cuatro semanas tras la vacunación, con un riesgo relativo de 1,84 frente a los no vacunados o vacunados antes del periodo de análisis. No se observaron incrementos de riesgo más allá de ese periodo ni señales de enfermedades persistentes.

En términos absolutos, el exceso de casos tras la vacunación fue de 0,85 por cada 100.000 niños y jóvenes. Para el resto de patologías (trombos, trombocitopenia e inflamaciones sistémicas), no se detectó ningún aumento significativo asociado a la vacuna.

Los investigadores señalan que la infección por SARS-CoV-2 en menores puede provocar respuestas inflamatorias prolongadas, en algunos casos compatibles con el síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico (PIMS o MIS-C), una complicación que puede afectar al corazón, los pulmones, el hígado o los riñones. Este fenómeno explicaría la persistencia de un exceso de riesgo durante meses, incluso después de la recuperación clínica del episodio inicial.

En contraste, la vacunación mostró un patrón distinto: los pocos casos de inflamación cardíaca aparecieron solo durante el primer mes y no mostraron señales de recurrencia o persistencia a largo plazo. Tampoco se identificaron diferencias relevantes entre niños y niñas, ni entre grupos étnicos.

El estudio se apoya en un diseño de cohorte retrospectiva y en el uso de modelos estadísticos ajustados por edad, sexo, nivel socioeconómico, región y frecuencia de visitas médicas previas, con el fin de reducir sesgos de confusión. La magnitud del conjunto de datos —que cubre más del 98% de la población infantil del país— permite extraer conclusiones con un alto nivel de confianza.

Los autores destacan que, aunque tanto la infección como la vacunación pueden provocar efectos inflamatorios poco frecuentes, las diferencias en frecuencia y duración son notables. En la infección, los riesgos fueron más altos y prolongados, mientras que tras la vacunación fueron raros, leves y transitorios.

El análisis coincide con observaciones previas realizadas en adultos, donde la infección por SARS-CoV-2 también se ha asociado con un incremento de eventos cardiovasculares, aunque en proporciones distintas según la edad. En niños y jóvenes, el trabajo indica que las complicaciones graves tras la vacunación son excepcionales, mientras que las derivadas de la infección son más frecuentes y persistentes.

En palabras de Ángel Hernández Merino, pediatra y colaborador del Comité Asesor de Vacunas, de la Asociación Española de Pediatría y de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, «el estudio confirma, en primer lugar, que ambos escenarios —infección frente a no infección o antes de la misma; y vacunación frente a no vacunación o antes de la misma— están asociados a eventos adversos graves pero raros o muy raros. Y, en segundo lugar, que los riesgos son sustancialmente menores tras la vacunación comparados con los asociados a la primera infección covid».

Quique Bassat, Director general e ICREA research professor en el Instituto de Salud Global Barcelona (ISGlobal), también ha indicado que «este análisis (…) evidencia de forma muy clara que el riesgo de efectos secundarios cardiovasculares en niños es claramente superior después de un episodio agudo de covid-19 en comparación con después de la vacunación con vacunas mRNA». Y continúa: «En este grupo de edad, los efectos secundarios de las vacunas, aunque existen, son extraordinariamente infrecuentes y vacunar a los niños sigue estando justificado puesto que el riesgo de efectos similares como consecuencia de la infección natural es mayor.»

Por otro lado, el profesor Saidi (Sam) Mohiddin, cardiólogo del Barts Heart Centre, explicó que tanto la miocarditis como la pericarditis son complicaciones muy raras, pero mucho menos probables tras la vacunación que después de la infección por COVID-19. Añadió que el riesgo dura más tiempo tras la infección —hasta un año o más— mientras que tras la vacuna se limita a unas cuatro semanas. La doctora Rachel Richardson, de The Cochrane Collaboration, destacó que el tamaño del estudio, con casi 14 millones de niños y 3,9 millones de diagnósticos de COVID-19, permite identificar complicaciones muy poco frecuentes, aunque advirtió que algunas infecciones podrían no haber sido registradas. El profesor Sir Terence Stephenson, de University College London, calificó los resultados como “tranquilizadores”, al mostrar que el riesgo de inflamación cardíaca es mucho mayor tras el COVID-19 que tras la vacuna. El doctor Adam Jacobs, bioestadístico de Ergomed, recordó que la miocarditis y la pericarditis tras la vacunación son raras y temporales, con un exceso de 0,85 casos por cada 100.000 vacunados, frente a 2,24 por cada 100.000 tras la infección.

Por su parte, el profesor Peter Openshaw, del Imperial College London, señaló que las inflamaciones cardíacas después de la vacuna suelen ser transitorias y mucho menos frecuentes que tras el COVID-19. Y, finalmente, el profesor Adam Finn, de la Universidad de Bristol, indicó que las complicaciones cardiovasculares fueron más comunes y prolongadas tras la infección, y recordó que estos resultados reflejan las variantes circulantes en ese momento, antes de que la población infantil adquiriera mayor inmunidad.

Los autores, eso sí, reconocen algunas limitaciones. El estudio depende de la calidad de los registros electrónicos y del nivel de testeo disponible en cada etapa de la pandemia. Las infecciones no diagnosticadas, especialmente durante los primeros meses, podrían haber subestimado la incidencia real de algunos eventos. Aun así, las conclusiones fueron consistentes en todos los análisis de sensibilidad y subgrupos, lo que refuerza su validez estadística.

La investigación fue financiada por el Wellcome Trust, el British Heart Foundation y Health Data Research UK, y contó con la colaboración del programa nacional CVD-COVID-UK/COVID-IMPACT. Ninguna de las entidades financiadoras participó en el diseño, análisis o redacción del estudio.

En conjunto, los datos muestran que los niños y adolescentes que se infectaron de COVID-19 presentan un riesgo más elevado de sufrir complicaciones vasculares e inflamatorias durante al menos un año después del contagio. Por el contrario, los riesgos detectados tras la vacunación fueron poco frecuentes y temporales, sin indicios de efectos persistentes.

La evidencia, publicada en una revista científica revisada por pares, aporta una base sólida para contextualizar los efectos de la vacunación frente al coronavirus en población infantil y para comprender que la infección por SARS-CoV-2, incluso en edades tempranas, puede tener consecuencias prolongadas sobre la salud cardiovascular e inflamatoria.

Recordar que otro gran estudio, publicado en el mes de mayo de 2024, examinó los resultados de seguridad de la vacunación contra la COVID-19 y la infección en 5.1 millones de niños en Inglaterra, y concluyó que la vacunación contra la COVID-19 en niños y adolescentes en Inglaterra tenía un perfil de seguridad favorable, con riesgos de eventos adversos significativamente menores que los asociados con la infección por SARS-CoV-2.

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