Las vacunas no causan el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL)

La afirmación de que el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) es un efecto secundario de la vacunación es falsa, según múltiples estudios científicos y datos de salud pública que no encuentran evidencia de causalidad entre las vacunas y SMSL.

LO QUE SE AFIRMA

El síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) es absolutamente un efecto secundario de la vacunación.

LO QUE SABEMOS HASTA AHORA

Falso. La evidencia científica muestra que no existe una relación causal entre la vacunación y el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL).

El síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) no es un efecto secundario de la vacunación

El 2 de febrero de 2023, el sitio web ‘Ciencia y Salud Natural’, conocido por difundir previamente información cuestionable sobre vacunas, publicó un artículo titulado “El 17% de los reportes de muertes infantiles ocurren el día de la vacunación y el 78% dentro de la semana”. Este artículo ha resurgido recientemente en redes sociales, volviéndose viral nuevamente, especialmente en Twitter/X., como en el caso de un tuit que ha alcanzado más de 5 mil visualizaciones y ha sido compartido más de 250 veces.

Ejemplo del tuit viral publicado en Twitter/X. Captura realizada el 6 de julio de 2024. Fuente: Twitter/X

El artículo en cuestión se basa originalmente en un artículo publicado en 2021 en Toxicology Reports, titulado “Analysis of adverse events reported in children <1 year of age after vaccination using the Vaccine Adverse Event Reporting System (VAERS), 1990–2019”,  según el cual de las 2605 muertes infantiles reportadas dentro de los 60 días posteriores a la vacunación, el 17% ocurrieron el día de la vacunación, y el 78% ocurrieron dentro de la primera semana​. Y sugiere, entre otros, que el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) es un efecto secundario de las vacunas, ya que antes de la década de 1960 no se conocía este síndrome. De hecho, sus autores alegan que la Organización Mundial de la Salud y los Centros para el Control de Enfermedades rediseñaron la clasificación ICD (un sistema de codificación creado y mantenido por la OMS que se utiliza globalmente para clasificar y registrar enfermedades y una amplia variedad de signos, síntomas, hallazgos anormales, quejas y causas externas de enfermedades o lesiones), para evitar que los médicos forenses pudieran etiquetar una causa de muerte como relacionada con la vacunación.

Para llegar a esa conclusión, utiliza datos del Sistema de Reportes de Eventos Adversos de Vacunas (VAERS) para afirmar que las muertes infantiles aumentan significativamente después de la vacunación. Sin embargo, la interpretación de estos datos no se sostiene bajo un escrutinio riguroso.

Por ejemplo, la afirmación de que el 17% ocurrieron el día de la vacunación, y el 78% ocurrieron dentro de la primera semana​ no es cierta: desde que empezó el sistema VAERS, en 1990, la base de datos pública muestra 1.066 informes de muertes por SMSL; de ese total, el 49,4% (527) se produjeron en los tres días posteriores a la vacunación y el 64,6% (689) en los siete días. En estas cifras, como veremos, no se tiene en cuenta que el SMSL es verdaderamente muy poco frecuente, a diferencia de las altas tasas de vacunación y de los nacimientos que se producen cada año: solo en Estados Unidos, en los últimos 30 años, han nacido aproximadamente 4 millones de niños anualmente, o más de 120 millones desde la implantación de VAERS en 1990.

¿Qué es el síndrome de muerte súbita del lactante?

El síndrome de muerte súbita del lactante (SIDS, por sus siglas en inglés) se refiere a la muerte repentina e inexplicada de un bebé aparentemente sano, generalmente durante el sueño y sin signos previos de enfermedad. Este trágico evento, también conocido como muerte en cuna, ocurre con mayor frecuencia en bebés entre uno y cuatro meses de edad y suele suceder durante la noche.

A pesar de décadas de investigación, las causas exactas de SIDS siguen siendo desconocidas. Sin embargo, se han identificado varios factores de riesgo que pueden aumentar la susceptibilidad de un bebé. Estos incluyen prácticas de sueño inseguras, como colocar al bebé a dormir boca abajo o de lado, el uso de colchones blandos, y la exposición al humo del tabaco durante el embarazo o después del nacimiento.

También se ha sugerido que ciertas anormalidades en el cerebro, que afectan la capacidad del bebé para controlar la respiración y despertarse del sueño, podrían desempeñar un papel. En este sentido, los médicos creen que el SMSL podría estar asociado con una acumulación de dióxido de carbono en la sangre y niveles disminuidos de oxígeno.

Se sabe que los casos de SMSL tienden a ser más comunes durante el segundo y tercer mes de vida del bebé. Ese período es, también, el momento en el que los bebés tienden a recibir muchas de las vacunas infantiles recomendadas. Lo que ha llevado a algunas personas contrarias a la vacunación a asociar ambos eventos; y a los investigadores a buscar posibles relaciones.

Por otro lado, la afirmación de que antes de la década de 1960 no se conocía el síndrome de muerte súbita del lactante es incorrecto y engañoso. Aunque dicho término fue acuñado y comenzó a utilizarse ampliamente en la década de 1960, las muertes inexplicables de bebés existían mucho antes de este período. Estas muertes eran reportadas y documentadas bajo diferentes términos y descripciones, siendo a menudo clasificadas como “asfixia accidental” o simplemente como “muerte inexplicable”. La falta de un término específico no implica que el fenómeno no existiera, sino que no se había desarrollado una nomenclatura uniforme para describirlo. Dicho de otra forma, no es correcto decir que el SMSL no se conocía antes de esa década; más bien, no se había definido y clasificado de la misma manera que hoy.

La preocupación por las muertes súbitas de bebés llevó a investigaciones más sistemáticas y, eventualmente, a la identificación de SMSL (o SIDS) como una entidad médica distinta. En 1969, una conferencia nacional de consenso en los Estados Unidos definió oficialmente el SMSL, lo que ayudó a estandarizar la forma en que se documentaban y estudiaban estos casos. En este punto, en el artículo se indica que la creación de ese nuevo término médico estuvo impulsada por una “alarmante epidemia de muertes infantiles repentinas e inexplicables”, volviendo a relacionarlas indirectamente con el aumento de las campañas de vacunación masiva, ya que, en Estados Unidos, las campañas nacionales de inmunización se ampliaron en la década de 1960, cuando se introdujeron y promocionaron varias vacunas nuevas. Sin embargo, tal afirmación vuelve a ser engañosa: la necesidad de un término específico surgió a medida que los investigadores comenzaron a reconocer patrones y factores de riesgo comunes en estos casos, lo que llevó a una mejor comprensión y a la implementación de medidas preventivas. Por lo tanto, es cierto que en 1969 se adoptó el término SMSL para describir estas muertes, pero no fue necesariamente debido a una “epidemia alarmante”, sino más bien a un esfuerzo por mejorar la clasificación y comprensión de estas muertes infantiles.

Por otro lado, no hay pruebas que respalden la afirmación de que la OMS y los CDC hayan manipulado los códigos ICD para ocultar muertes relacionadas con la vacunación. La clasificación ICD se actualiza cada cierto tiempo para mejorar la precisión diagnóstica, no para encubrir información.

¿Qué es VAERS?

El VAERS es un sistema de vigilancia pasiva que recoge reportes voluntarios de posibles eventos adversos después de la vacunación. Aunque es útil para detectar posibles señales de problemas de seguridad, sus datos no pueden utilizarse para establecer causalidad debido a su naturaleza no verificada y la posibilidad de reportes incompletos o inexactos.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) advierten que los datos de VAERS deben interpretarse con cautela y no se deben considerar concluyentes sin un análisis epidemiológico adecuado.

Además, hay que recordar que VAERS realiza una clara advertencia en su sitio web respecto al uso e interpretación de sus datos:

“Al evaluar los datos de VAERS, es importante tener en cuenta que no se ha establecido ninguna relación de causa y efecto para ningún evento notificado. Los informes de todas las posibles asociaciones entre las vacunas y los eventos adversos (posibles efectos secundarios) se archivan en VAERS. Por lo tanto, VAERS recopila datos sobre cualquier evento adverso posterior a la vacunación, ya sea coincidente o realmente causado por una vacuna. El informe de un evento adverso a VAERS no es documentación de que una vacuna haya causado el evento.”.

Los estudios no respaldan la supuesta relación entre la vacunación y el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL)

Las personas contrarias a las vacunas han afirmado a lo largo de los años que la vacunación ha influido en el aumento de casos de SMSL. Sin embargo, basta con analizar la estadística para percatarnos de que no es así, y podemos poner como ejemplo la vacuna contra la hepatitis B: en el momento en que se introdujo la vacuna contra la hepatitis B para su uso sistemático en todos los lactantes en Estados Unidos, unos 5.000 niños morían cada año por SMSL. En los 10 años siguientes a la introducción de esta vacuna, su uso aumentó a cerca del 90 por ciento de todos los lactantes y la incidencia del SMSL en ese grupo disminuyó drásticamente a unos 1.600 casos cada año.

Actualmente, los CDC indican lo siguiente: “Los bebés reciben múltiples vacunas cuando tienen entre 2 y 4 meses de edad. Este rango de edad también es el de mayor incidencia del SMSL. El momento de la aplicación de las vacunas a los 2 y 4 meses y el SMSL ha llevado a algunas personas a preguntarse si podrían estar relacionados. Sin embargo, los estudios han demostrado que las vacunas no causan el SMSL y no están vinculadas con él”.

Numerosos estudios han investigado la relación entre la vacunación y el SMSL, concluyendo que no existe una asociación causal. Por ejemplo, un análisis de datos de VAERS examinó 1.244 muertes de niños notificadas entre 1997 y 2013, incluidas un total de 1.165 muertes de menores de un año de edad. De estas muertes, de las que se disponía de un certificado de defunción o un informe de autopsia, 544 fueron atribuidas al SMSL, convirtiéndose así en la causa de muerte más común.

De hecho, un estudio de los casos de SMSL reportados a VAERS concluyó que las relaciones entre la vacunación infantil y el SMSL son ‘coincidencias y no causales’.

Otro estudio, publicado en 2018 por Yang y Shaw analizó datos de seis años sobre la cobertura de vacunación y los informes de SMSL, encontrando que la vacunación no está asociada con un mayor riesgo de SMSL. Otro estudio realizado por Moro et al. en 2015 examinó muertes reportadas a VAERS durante un período de 16 años y concluyó que no había patrones preocupantes que indicaran que las vacunas causan SMSL.

Un estudio en Italia realizado por Traversa et al. en 2011 no encontró un aumento en el riesgo de muerte súbita inexplicada (SUD) después de la vacunación en los primeros dos años de vida. Asimismo, Vennemann et al. en 2007 investigaron el riesgo de SMSL con la inmunización en el primer año de vida y no encontraron un aumento en el riesgo en los 14 días posteriores a la vacunación.

Además, un estudio de 2001 por Fleming et al. en el Reino Unido encontró que la aceleración del programa de inmunización no incrementó el riesgo de SMSL, y los infantes que murieron de SMSL tenían una menor tasa de inmunización en comparación con aquellos que no fallecieron por esta causa. Estos estudios refuerzan la conclusión de que no hay una relación causal entre las vacunas y el SMSL​.

No en vano, dado que alrededor del 90% de los niños menores de un año reciben vacunas y que cada año se registran en Estados Unidos aproximadamente 1.600 casos de SMSL, es esperable que, estadísticamente, unos 50 casos de SMSL ocurran dentro de las 24 horas posteriores a la vacunación. Sin embargo, como la incidencia de SMSL es la misma tanto en niños vacunados como en no vacunados, los expertos saben de forma concluyente que las vacunas no causan SMSL.

Impacto de las campañas de prevención

En Estados Unidos, la campaña “Back to Sleep” iniciada por la Academia Americana de Pediatría (AAP) en la década de 1990 en Estados Unidos ha sido fundamental para reducir las tasas de SMSL. Esta campaña promovió la práctica de colocar a los bebés a dormir boca arriba, lo cual ha demostrado ser eficaz en la reducción del riesgo de SMSL.

Desde la introducción de esta campaña, las tasas de SMSL han disminuido significativamente, lo que sugiere que las prácticas de sueño seguro tienen un impacto más directo en la prevención de SMSL que cualquier otra intervención.

En España, al igual que en otros países, las campañas de prevención han tenido un impacto significativo en la reducción de la incidencia de este síndrome, observándose una disminución notable en las tasas de SMSL.

Interpretación correcta de los datos de VAERS

El análisis del artículo de ‘Ciencia y Salud Natural’ se basa en una mala interpretación de los datos de VAERS. Es cierto que algunos reportes de muerte infantil se producen después de la vacunación, pero esto es estadísticamente esperable dado el alto número de vacunas administradas y no implica causalidad.

Como explica el estudio de Moro et al., los reportes de SMSL han disminuido a lo largo del tiempo, a pesar del aumento en la cobertura de vacunación, lo cual es contrario a la hipótesis de que las vacunas causan SMSL.

Por ejemplo, un análisis publicado en 2001 en el que se examinaron las muertes notificadas a VAERS durante un período de siete años, descubrió que los informes alcanzaron su punto máximo en 1992-1993 y luego disminuyeron; además, casi la mitad de las muertes se atribuyeron al SMSL. Los autores concluyeron que la tendencia a la disminución de las tasas de SMSL se correlacionó con la recomendación de la Academia Estadounidense de Pediatría en 1992 de que los bebés duerman de lado o boca arriba.

Además, estudios como el de Eriksen et al. en 2004 y el de Griffin et al. en 1988, que investigaron específicamente la relación entre vacunas como la hepatitis B y DTP y la muerte súbita en lactantes, no encontraron ninguna asociación entre la vacunación y un aumento en el riesgo de muerte súbita.

Reducción del riesgo de SMSL con la vacunación

Contrariamente a las afirmaciones del artículo viral, la evidencia científica muestra que la vacunación puede reducir el riesgo de SMSL.

En 1987, un análisis investigó la posible asociación entre la inmunización contra la difteria, el tétanos y la tos ferina y la posterior aparición de muerte súbita del lactante en Estados Unidos. Pero no encontraron ninguna asociación temporal; es más, los lactantes que sufrieron SMSL tenían menos probabilidades de haber sido inmunizados, en comparación con los lactantes que no sufrieron el síndrome.

Un análisis de nueve estudios sobre vacunas encontró que seguir las pautas de vacunación del CDC reduce el riesgo de SMSL en aproximadamente un 50%. Las vacunas no solo protegen contra enfermedades infecciosas graves, sino que también contribuyen significativamente a la reducción del riesgo de SMSL​​. Ese análisis encontró que el riesgo de este síndrome se ha igualmente correlacionado inversamente con la inmunización contra la polio.

La afirmación de que el SMSL es un efecto secundario de la vacunación no está respaldada por la evidencia científica. Los estudios revisados han demostrado consistentemente que no hay una relación causal entre la vacunación y el SMSL, y que la vacunación puede, de hecho, reducir el riesgo de este síndrome. De hecho, los datos epidemiológicos de los CDC y otras organizaciones de salud muestran que la incidencia de este síndrome ha disminuido en paralelo con el aumento de las tasas de vacunación, lo que sugiere que no hay una correlación positiva entre las vacunas y el SMSL.

Las campañas de educación sobre prácticas de sueño seguro han sido más efectivas en la reducción de las tasas de SMSL. Es crucial basarse en investigaciones científicas rigurosas y verificadas para informar nuestras decisiones sobre salud pública y vacunación.

Referencias:

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