¿Un nuevo estudio sugiere una reducción del 37% en la esperanza de vida de las personas que recibieron la vacuna contra la COVID-19 de ARNm?

En redes sociales se ha afirmado que la vacunación contra la COVID-19 reduce la esperanza de vida en un 37%, pero el estudio muestra en realidad una mínima diferencia de unos pocos días entre vacunados y no vacunados.

LO QUE SE AFIRMA

La vacunación contra la COVID-19 reduce la esperanza de vida en un 37%.

LO QUE SABEMOS HASTA AHORA

Falso. El estudio muestra una mínima diferencia en la esperanza de vida entre vacunados y no vacunados, con una pérdida de unos pocos días en un período de dos años, no una reducción del 37%.

Desde hace semanas, distintos mensajes en redes sociales, especialmente en Twitter, se hacen eco de un estudio científico sobre la vacunación contra la COVID-19 con un mensaje que no refleja la realidad de las conclusiones del estudio. Según uno de estos mensajes, publicado en Twitter/X, «un nuevo estudio revisado por pares sugiere una reducción del 37 % en la esperanza de vida de las personas que recibieron la vacuna COVID-19.» Esta afirmación ha generado una gran controversia y preocupación entre los usuarios, pero una revisión detallada del estudio revela que esta interpretación es completamente errónea y no está respaldada por los datos.

El estudio en cuestión, titulado «A Critical Analysis of All-Cause Deaths during COVID-19 Vaccination in an Italian Province», fue realizado en junio de 2024 y publicado en la revista «Microorganisms» del Instituto Multidisciplinario de Publicaciones Digitales (MDPI). El objetivo del estudio era analizar las tasas de mortalidad por todas las causas durante la campaña de vacunación contra la COVID-19 en la provincia italiana de Pescara, en la región de Abruzzo, cubriendo el período de enero de 2021 a febrero de 2023. Los investigadores se basaron en un conjunto de datos de salud de la población mayor de 10 años en dicha provincia.

¿En qué consistió el estudio? Lo que dice realmente

Para comprender correctamente los resultados del estudio, es crucial tener en cuenta varios aspectos metodológicos que los autores explican detalladamente. En primer lugar, el estudio aborda el sesgo de tiempo inmortal (ITB), que puede distorsionar las estimaciones de riesgo entre los grupos vacunados y no vacunados. Además, los investigadores utilizaron análisis univariados y multivariados para ajustar las diferencias demográficas y de comorbilidades entre los distintos grupos de dosis de vacuna. Esto es esencial para obtener una imagen precisa del impacto de la vacunación en la mortalidad.

Uno de los puntos clave del estudio es que se encontraron ligeras diferencias en la esperanza de vida entre los grupos vacunados y no vacunados, pero estas diferencias son mínimas y no justifican la afirmación errónea de una reducción del 37% en la esperanza de vida.

Los resultados muestran que, durante el período de observación de 739 días, la pérdida de esperanza de vida para las personas con dos dosis de la vacuna fue de 10,1 días, mientras que para las personas no vacunadas fue de 7,4 días. Este dato se traduce en una relación de 1,37, lo que simplemente indica una pequeña diferencia entre los dos grupos, no una drástica reducción de la esperanza de vida.

El resultado se saca completamente de contexto, según los autores del estudio

Es importante destacar que los propios autores del estudio señalan varias limitaciones y posibles sesgos que podrían haber influido en los resultados. Por ejemplo, mencionan que al inicio de la pandemia, la vacunación se dirigía principalmente a personas mayores y con problemas de salud preexistentes, lo cual podría haber afectado las tasas de mortalidad observadas en los grupos vacunados.

Además, los investigadores subrayan que este es el primer estudio de este tipo y que sus resultados necesitan ser confirmados por investigaciones adicionales con períodos de seguimiento más largos y en diferentes contextos geográficos.

La interpretación errónea de los resultados del estudio ha sido ampliamente difundida en las redes sociales, creando una narrativa falsa que ha sido refutada tanto por los propios investigadores como por agencias de verificación de hechos. La agencia DPA, por ejemplo, ha publicado una verificación detallada que desmiente la afirmación de la reducción del 37% en la esperanza de vida y aclara que esta interpretación no se desprende de los datos del estudio.

Los investigadores del estudio, en respuesta a una solicitud de la DPA, afirmaron claramente que la extensión de la pérdida de esperanza de vida se reporta en unos pocos días dentro del período de dos años de seguimiento y no en términos de décadas o porcentajes significativos. Según uno de esos autores en respuesta a una consulta de DPA, «este es el resultado de nuestro análisis, que difiere significativamente de una ‘pérdida del 37 por ciento en la esperanza de vida’, como alguien interpretó erróneamente en Internet». Y continuó: «Además, como hemos dicho específicamente, el alcance de la pérdida de esperanza de vida se informa en unos pocos días (dentro de los dos años de seguimiento)».

La difusión de esta información incorrecta no solo distorsiona la comprensión pública del estudio, sino que también puede tener implicaciones graves para la percepción de la seguridad y efectividad de las vacunas contra la COVID-19.

El estudio en sí ofrece una visión matizada del impacto de la vacunación en la mortalidad por todas las causas y subraya la importancia de considerar múltiples factores y sesgos al interpretar los datos. Los resultados sugieren que la vacunación, especialmente con dosis de refuerzo, puede reducir la mortalidad, aunque también muestran que las personas con comorbilidades vacunadas tienen un mayor riesgo de mortalidad en comparación con aquellas sin comorbilidades.

Estos hallazgos destacan la complejidad de evaluar los efectos de la vacunación y la necesidad de continuar investigando para obtener una comprensión más completa.

No es la primera vez que se difunde una afirmación similar

La realidad es que no es la primera vez que se difunde una afirmación según la cual se establece un supuesto vínculo entre las vacunas contra la COVID-19 y una menor esperanza de vida.

En septiembre de 2023, por ejemplo, distintas publicaciones de redes sociales afirmaban que los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) mostraban presuntamente que las vacunas contra la COVID-19 podrían reducir la esperanza de vida hasta en 24 años.

Sin embargo, la afirmación se originó en realidad en un sitio web que publica con frecuencia información errónea, llamado «The Expose», que con anterioridad también ha publicado informaciones erróneas relacionadas con las vacunas.

Como comprobó USA Today en una verificación anterior, en realidad no había evidencias de que los datos de los CDC mostraran un vínculo entre las vacunas contra la COVID-19 y una menor esperanza de vida, calificando tal afirmación como falsa.

De forma similar, a lo largo de los meses también se han difundido afirmaciones similares, relacionadas con las vacunas contra la COVID-19 y la esperanza de vida de los vacunados, como verificó con anterioridad Newtral.

Otros estudios apuntan a beneficios claros de la vacunación

Por ejemplo, un estudio realizado por Bilinski et al. en 2023 mostró que la mortalidad excesiva era más alta en los estados de EE. UU. con menores tasas de vacunación en comparación con aquellos con mayores tasas de vacunación.

En un estudio llevado a cabo por Xu et al. en 2021, que abarcó el período entre diciembre de 2020 y junio de 2021, se analizaron datos de 6.4 millones de personas vacunadas contra la COVID-19 y 4.6 millones de personas no vacunadas con características similares. Los resultados indicaron que no había un mayor riesgo de muerte entre quienes recibieron la vacuna. De manera similar, otro estudio publicado en diciembre de 2022 encontró que la mortalidad por todas las causas era un 37% menor en el grupo de personas vacunadas.

Un cuarto estudio reveló que las tasas de notificación de muertes tras la vacunación contra la COVID-19 eran más bajas que las tasas de mortalidad por todas las causas esperadas. Además, las tendencias en las tasas de notificación reflejaron tendencias conocidas en las tasas de mortalidad base, sugiriendo que no hay una asociación causal entre la vacunación contra la COVID-19 y un aumento general de la mortalidad.

En conclusión, la afirmación de que la vacunación contra la COVID-19 reduce la esperanza de vida en un 37% es falsa y no está respaldada por los datos del estudio mencionado. Los resultados reales muestran una ligera diferencia en la esperanza de vida entre los vacunados y no vacunados, pero esta diferencia es mínima y no justifica la narrativa alarmista difundida en las redes sociales.

Referencias:

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