LO QUE SE AFIRMA
Las vacunas de ARNm contra la COVID-19 son terapias génicas que modifican el ADN humano.
LO QUE SABEMOS HASTA AHORA
Falso. Las vacunas de ARNm no alteran el ADN y no cumplen con los criterios para ser consideradas terapias génicas.
Las vacunas de ARNm contra la COVID-19 son terapias génicas que modifican el ADN humano.
Falso. Las vacunas de ARNm no alteran el ADN y no cumplen con los criterios para ser consideradas terapias génicas.
Cada cierto tiempo circula en redes sociales la afirmación de que las vacunas de ARNm desarrolladas contra la COVID-19 son terapias génicas. Esta idea, difundida especialmente durante los picos de desinformación sobre la pandemia, ha resurgido tras la viralización, de nuevo, de un video de Stefan Oelrich, ejecutivo de Bayer, en el que presuntamente habría «admitido» que estas vacunas son «terapia génica». El clip, que ha sido compartido miles de veces en Instagram, Facebook y X/Twitter, fue sacado de contexto y no refleja lo que realmente dijo.
Por ejemplo, se trata de una afirmación que vuelve a circular con frecuencia en redes sociales, esta vez impulsada por un video protagonizado por Robert W. Malone —quien se presenta como el “inventor de las vacunas de ARNm”— que ha superado las 300.000 visualizaciones y ha sido compartido más de 6.000 veces en plataformas como X y Facebook. En la grabación, Malone repite la idea infundada de que las vacunas contra la COVID-19 son una “terapia genética” y lanza advertencias alarmistas sobre supuestos efectos secundarios graves, sin respaldo científico, asegurando que pueden provocar daños severos en órganos vitales como el corazón y el cerebro. Sus declaraciones, compartidas junto a mensajes alarmistas que hablan de “fraude” y “homicidio por negligencia”, han sido amplificadas por cuentas (archivado aquí) que afirman representar a miles de médicos sin aportar pruebas verificables.
En octubre de 2021, durante la inauguración de la Cumbre Mundial de la Salud en Berlín, Stefan Oelrich —miembro del Consejo de Administración de Bayer y jefe de la División Farmacéutica— pronunció un discurso sobre innovación biomédica.
En redes sociales se ha viralizado un fragmento de ese discurso en el que se le escucha decir: “Las vacunas de ARNm son un ejemplo de terapia celular o génica.” La frase ha sido presentada como una admisión de que las vacunas contra la COVID-19 fueron disfrazadas de vacunas cuando en realidad serían una forma de modificación genética.
Pero esta interpretación no es correcta y omite todo el contexto del discurso.
Las vacunas de ARNm, como las de Pfizer-BioNTech y Moderna, no utilizan virus vivos ni modifican el ADN. Lo que hacen es introducir una molécula de ARNm con instrucciones para que nuestras células fabriquen una proteína específica del virus SARS-CoV-2 (la proteína spike). Esta proteína es reconocida como extraña por el sistema inmunitario, que entonces genera una respuesta de defensa, produciendo anticuerpos y linfocitos de memoria. Básicamente empieza a construir células de defensa como linfocitos T y linfocitos B que recordarán cómo combatir el virus si nos infectamos en el futuro.
Como explica el CDC, el ARNm nunca entra en el núcleo de la célula, por lo que no puede alterar el ADN humano. Además, estas instrucciones se degradan y eliminan en poco tiempo tras su uso.
Según la Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., la terapia génica consiste en modificar el material genético de una persona para tratar una enfermedad, introduciendo, reemplazando o desactivando genes dentro del núcleo celular. Actualmente, estas terapias se usan para enfermedades raras como la atrofia muscular espinal o trastornos hereditarios oculares.
Las vacunas de ARNm no realizan ningún cambio en los genes del receptor, ni actúan sobre el ADN. No cumplen, por tanto, con la definición técnica ni regulatoria de terapia génica.
En su intervención en la Cumbre Mundial de la Salud celebrada en 2021, Stefan Oelrich habló sobre los avances tecnológicos en medicina y señaló que la aceptación masiva de las vacunas de ARNm podría abrir puertas a nuevas terapias, incluidas las terapias génicas y celulares. Textualmente dijo:
“Las vacunas de ARNm son un ejemplo de innovación tecnológica. Si hace dos años hubiéramos preguntado a la gente si estarían dispuestos a inyectarse una terapia celular o génica, probablemente el 95 % habría dicho que no.”
Su intención era destacar cómo la pandemia había mejorado la percepción pública sobre tecnologías médicas avanzadas. No afirmó que las vacunas fueran una terapia génica, sino que su desarrollo podría allanar el camino para futuros tratamientos más complejos.
Un portavoz oficial de Bayer aclaró al medio Newschecker que se trató de una comparación conceptual sobre la percepción pública de nuevas tecnologías, no de una definición científica ni legal. “Fue un desliz lingüístico evidente. Según Bayer, el ARNm no es una terapia génica en el sentido general”, afirmó Oliver Renner, director de comunicación de la división farmacéutica de la compañía.
Las afirmaciones de Robert W. Malone no se sostienen ni desde el punto de vista científico ni desde el respaldo profesional que dice tener. Aunque se presenta como una autoridad en el desarrollo de vacunas de ARNm, sus declaraciones sobre la supuesta peligrosidad y naturaleza genética de estas vacunas han sido ampliamente refutadas por instituciones científicas y organismos sanitarios.
En primer lugar, no existe evidencia de que las vacunas de ARNm se comporten como terapias génicas. Las autoridades regulatorias internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC), coinciden en que estas vacunas no modifican el material genético humano. El ARNm no entra en el núcleo de las células, no se integra en el ADN y se elimina rápidamente tras cumplir su función.
Tampoco hay pruebas de que las afirmaciones de Malone estén respaldadas por 17.000 médicos y científicos, como aseguran las publicaciones que difunden su video. Esta cifra proviene de una organización llamada Global Covid Summit (archivado aquí), que no proporciona una lista verificable de firmantes ni mecanismos que garanticen su identidad o formación. De hecho, en el momento de publicar este artículo de verificacion de hechos su página web ya no está disponible y la versión archivada en Internet Archive muestra que cualquiera podía sumarse a sus declaraciones sin necesidad de acreditación profesional.
Algunos de los supuestos expertos que acompañan a Malone en el video han sido desmentidos anteriormente por difundir teorías conspirativas sobre la pandemia y promover tratamientos no avalados por la evidencia. En el caso del propio Malone, ya había sido objeto de verificación cuando afirmó, sin pruebas, que vacunar a los niños podía causarles daños irreparables. Estas afirmaciones han sido refutadas por estudios clínicos y revisiones realizadas por expertos independientes.
Además, aunque es cierto que algunas vacunas contra la COVID-19 han estado asociadas a efectos adversos poco frecuentes —como trombos en el caso de AstraZeneca o miocarditis leve en hombres jóvenes tras la segunda dosis de vacunas de ARNm—, los beneficios superan con creces los riesgos. Estas reacciones están bien documentadas, monitorizadas y han sido incorporadas a las fichas técnicas correspondientes por los organismos responsables.
Por último, conviene recordar el impacto positivo de estas vacunas. Según un estudio publicado en The Lancet, solo en su primer año de aplicación, las vacunas contra la COVID-19 evitaron cerca de 20 millones de muertes en todo el mundo. Lejos de ser un producto peligroso o experimental, su eficacia y seguridad han sido fundamentales para frenar la pandemia.
También circula en redes sociales, cada cierto tiempo, la afirmación de que un estudio de la Universidad de Lund, en Suecia, demostró que la vacuna de Pfizer modifica el ADN humano en tan solo seis horas. Esto es falso.
El estudio, publicado en febrero de 2022, fue una investigación in vitro realizada en líneas celulares hepáticas, no en humanos. La propia universidad aclaró que sus hallazgos fueron malinterpretados: el experimento no demuestra modificación genética en organismos vivos y usó concentraciones irreales de la vacuna. Además, los autores subrayaron que sus resultados no justifican cambiar las recomendaciones sobre vacunación.
Atendiendo a todo lo anterior, calificamos las afirmaciones como falsas. Las vacunas de ARNm contra la COVID-19 no son terapias génicas, no alteran el ADN ni modifican el material genético de quienes las reciben. Tampoco existen pruebas de que 17.000 médicos y científicos respalden las declaraciones de Robert W. Malone, cuyas afirmaciones sobre supuestos efectos adversos graves carecen de base científica. El video de Stefan Oelrich, directivo de Bayer, fue sacado de contexto: no reconoció que las vacunas fueran terapia génica, sino que se refirió al cambio en la percepción pública sobre nuevas tecnologías médicas durante la pandemia.
Fuente del reclamo: Redes sociales (X/Twitter)
Contenido verificado: 6 de febrero de 2025 a las 10:37 horas
Artículo de verificación actualizado: 6 de febrero de 2025 a las 10:37 horas
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