Las vacunas contra la COVID-19 han reducido el exceso de muertes durante la pandemia, a diferencia de lo que afirma un titular de The Telegraph

A diferencia de lo que ha afirmado recientemente un titular de un artículo publicado en el diario británico The Daily Telegraph, las vacunas contra la COVID-19 no impulsaron el exceso de muertes durante la pandemia. El estudio que utilizan para esa afirmación no afirma ni demuestra que las vacunas hayan causado un exceso de muertes.

LO QUE SE AFIRMA

Las vacunas COVID pueden haber ayudado a impulsar el aumento del exceso de muertes.

LO QUE SABEMOS HASTA AHORA

Engañoso. El estudio de Mostert et al. no incluyó ningún hallazgo que vincule la vacunación contra la COVID-19 con las tendencias en el exceso de muertes. La COVID-19 fue el principal motivo del exceso de muertes en 2020 y 2022, pero existen otras razones posibles para el resto de muertes excesivas que no se debieron a la COVID-19. La evidencia muestra que las vacunas salvaron millones de vidas y no están asociadas con un exceso de muertes.

Captura de pantalla del artículo publicado en The Telegraph
Captura de pantalla del artículo publicado en The Telegraph. Captura realizada el 12 de junio de 2024. Fuente: The Telegraph

La pandemia de COVID-19 ha generado una cantidad significativa de desinformación, especialmente en torno a las vacunas desarrolladas para combatir el virus. Recientemente, el diario británico The Telegraph publicó un artículo con el titular “Las vacunas COVID pueden haber ayudado a impulsar el aumento del exceso de muertes”, lo cual ha generado una considerable controversia y difusión de información errónea, citando un reciente estudio publicado en el British Medical Journal: Public Health.

El artículo publicado por The Telegraph, que afirmaba que las vacunas COVID-19 habían causado más muertes que las que habían evitado, se volvió viral en las redes sociales, impulsado por grupos y usuarios que difunden desinformación sobre la pandemia y las vacunas.

Sin embargo, una revisión detallada del estudio en el que se basaba el artículo revela que no hay pruebas de que las vacunas hayan tenido un efecto negativo en la mortalidad.

Por el contrario, el estudio reconoce las limitaciones de sus datos y métodos, y no descarta otros factores que podrían explicar el aumento de las muertes en algunos países. Además, el artículo ignora la evidencia científica de que las vacunas COVID-19 han reducido significativamente las muertes y las hospitalizaciones en todo el mundo, según múltiples estudios independientes.

Debido a las preocupaciones y a las críticas de la comunidad científica, BMJ, el editor de la revista donde se publicó el estudio en cuestión, emitió una declaración en respuesta a lo que describió como información errónea sobre la investigación:

“Varios medios de comunicación han afirmado que esta investigación implica un vínculo causal directo entre la vacunación contra el COVID-19 y la mortalidad. Este estudio no establece ningún vínculo de este tipo. Los investigadores sólo observaron las tendencias del exceso de mortalidad a lo largo del tiempo, no sus causas. Si bien los investigadores reconocen que se informan efectos secundarios después de la vacunación, la investigación no respalda la afirmación de que las vacunas sean un factor importante que contribuye al exceso de muertes desde el inicio de la pandemia. De hecho, las vacunas han sido fundamentales para reducir las enfermedades graves y las muertes asociadas con la infección por COVID-19.” Y seguía: “El mensaje de la investigación es que comprender el exceso de mortalidad general desde la pandemia de COVID-19 es crucial para las políticas de salud futuras, pero que identificar causas específicas es complejo debido a la diferente calidad de los datos nacionales y los métodos de presentación de informes”.

Declaración emitida por BMJ
Declaración emitida por BMJ. Captura realizada el 12 de junio de 2024.

Además, el centro The Princess Máxima Center, empleador de los autores del estudio, han emitido un comunicado donde se distancian enfáticamente del estudio en cuestión y sus conclusiones, señalando que la finalidad del mismo era otra:

“Originalmente, la idea era observar el efecto de las medidas de COVID, entre otras cosas, en la tasa de mortalidad de niños con cáncer en países de bajos ingresos. Durante el transcurso del estudio, el enfoque cambió y se desvió en una dirección que sentimos que estaba demasiado alejada de nuestra experiencia: la oncología pediátrica. No somos expertos en epidemiología ni queremos dar esa impresión. Por lo tanto, el Centro Máxima se distancia enfáticamente de esta publicación. Deberíamos haber estado más atentos a la formación y los resultados de esta publicación e investigaremos más a fondo la forma en que se creó. Si resulta que hubo descuido en la realización de esta publicación, por supuesto será retirada.” Como recuerdan, “el estudio no demuestra de ninguna manera un vínculo entre las vacunas y el exceso de mortalidad; ese no es explícitamente el hallazgo de los investigadores. Por lo tanto, lamentamos que se haya creado esta impresión.

¿Qué debemos saber sobre el estudio en cuestión?

El artículo titulado “Exceso de mortalidad en países del mundo occidental desde la pandemia de COVID-19: estimaciones de ‘Our World in Data’ de enero de 2020 a diciembre de 2022” por Mostert et al., investiga las tasas de mortalidad excesiva en países occidentales durante la pandemia de COVID-19. Concretamente, el estudio tiene como objetivo proporcionar información sobre el exceso de mortalidad durante la pandemia de COVID-19, ayudando a los líderes gubernamentales y a los responsables de políticas a evaluar sus políticas de crisis sanitaria.

En este sentido, el exceso de mortalidad se refiere al número de muertes durante una crisis humanitaria (como la pandemia de COVID-19) por encima del número esperado de muertes en circunstancias normales.

Para el análisis, extrajeron informes de mortalidad por todas las causas de la base de datos “Our World in Data”, que recopila datos del Human Mortality Database (HMD) y del World Mortality Dataset (WMD). El estudio utilizó el modelo de estimación de Karlinsky y Kobak, que tiene en cuenta los datos históricos de muertes de 2015 a 2019, incluyendo la variación estacional y las tendencias anuales. Y cubrió 47 países occidentales durante tres años (2020-2022).

Encontraron que, desde enero de 2020 hasta diciembre de 2022, se reportaron 3,098,456 muertes en exceso en el mundo occidental. Concretamente, en 2020 se registraron 1,033,122 muertes en exceso; en 2021 se registraron 1,256,942 muertes en exceso; y en 2022 se registraron 808,392 muertes en exceso. De acuerdo a los autores, se observó exceso de mortalidad en el 87% de los países en 2020, 89% en 2021 y 91% en 2022.

Los autores descubrieron que las tasas del exceso de mortalidad fue mayor en la mayoría de estos países en 2021 y 2022, utilizando este hecho para insinuar que la COVID-19 no causó muertes, pero las vacunas y las intervenciones no farmacéuticas sí podrían haberlo hecho:

“A nivel mundial, la tasa de letalidad por infección previa a la vacunación fue del 0,03% para las personas <60 años y del 0,07% para las personas <70 años. Para los niños de 0 a 19 años, la tasa de letalidad por infección se fijó en 0,0003%. Esto implica que los niños rara vez resultan perjudicados por el virus COVID-19. Durante 2021, cuando no solo se utilizaron medidas de contención sino también vacunas COVID-19 para combatir la propagación y la infección del virus, se registró el mayor número de exceso de muertes: 1.256.942 exceso de muertes (P-score 13,8%)”.

“El siguiente paso consiste en distinguir entre los diversos posibles contribuyentes al exceso de mortalidad, incluida la infección por COVID-19, los efectos indirectos de las medidas de contención y los programas de vacunación contra la COVID-19.”

Según el razonamiento de los autores, si las medidas contra la COVID-19 hubieran funcionado o no hubieran causado daño, habría habido menos muertes en exceso en 2020 que en 2022 en algunas zonas. Sin embargo, en la mayoría de las zonas se aplicaron medidas en 2020 y no en 2022, por lo que argumentan que estas medidas fueron ineficaces o dañinas.
En este sentido, las causas del exceso de mortalidad durante la pandemia de COVID-19 incluyen tanto las muertes directas por la infección de SARS-CoV-2 como las muertes relacionadas con los efectos indirectos de las estrategias de salud implementadas para controlar la propagación del virus. Estos efectos indirectos pueden abarcar desde la interrupción de servicios médicos regulares, aumento de enfermedades no tratadas oportunamente, hasta problemas socioeconómicos derivados de las medidas de contención como confinamientos y restricciones.

Jeffrey S. Morris, profesor de Salud Pública y Medicina Preventiva de la Universidad de Pensilvania, escribió a través de su perfil de X/Twitter lo siguiente:

“[E]ste estudio no representa con precisión la comprensión existente sobre las fuentes del exceso de muertes, minimizando las muertes por COVID-19 que son claramente el factor determinante a lo largo de 2020-2022, como mostraré, e implícitamente magnificando el papel potencial de las vacunas más allá. lo que respaldan los datos.

“Además, muchos artículos de los medios populares sobre este estudio, incluido el artículo del Telegraph […] tergiversan descaradamente el contenido del artículo.

“Hacen que parezca como si el documento tratara principalmente sobre vacunas, lo cual no es así, o proporciona evidencia de que las vacunas son un factor potencial, lo cual no es así”.

En su hilo de X/Twitter, Morris también cuestionó la clasificación del estudio por parte de la revista como “investigación original”. Según Morris, “no existe recopilación de datos primarios ni análisis de datos originales en este artículo”. Y que, el resto del artículo, tenía más aspecto de opinión o comentario que de investigación, ya que no siguió los estándares científicos ni ofreció una discusión equilibrada de los resultados. De hecho, el artículo se basó en datos de un trabajo anterior llamado “Tracking excess mortality across countries during the COVID-19 pandemic with the World Mortality Dataset”, que fue citado solo parcialmente. En el nuevo artículo, los autores omitieron los métodos y una parte de esos datos, añadieron sus opiniones personales y lo presentaron como “investigación original”, algo que según expertos como Morris no sería correcto, ya que se trataría de una observación breve y mal fundamentada sobre el trabajo de Karlinsky y Kobak.

Algo similar comentó en otro hilo de X/Twitter Stuart McDonald, donde señaló ejemplos de plagio directo de Karlinsky y Kobak en el artículo publicado por BMJ Public Health.

Los autores del estudio también citan World Population Review, una referencia bastante dudosa al ser un sitio web de recopilación de datos donde se venden anuncios y enlaces de afiliados.

Los autores del estudio se refirieron a las vacunas varias veces a lo largo del artículo, tanto en la introducción como en la discusión. Pero los resultados no incluyeron verdaderamente datos que respaldaran la existencia real de un vínculo de la vacunación contra la COVID-19 con el exceso de muertes.

Según Mostert et al., “también falta consenso en la comunidad médica sobre la preocupación de que las vacunas de ARNm puedan causar más daño de lo previsto inicialmente. Los estudios franceses sugieren que las vacunas de ARNm contra la COVID-19 son productos de terapia génica que requieren un seguimiento estricto a largo plazo de los eventos adversos”. Para respaldar estas afirmaciones, los autores citan un artículo escrito por una farmacéutica-bióloga jubilada, Hélène Banoun, cuyas publicaciones ya han sido anteriormente utilizadas por ciertos grupos contra la vacunación para respaldar la desinformación sobre las vacunas COVID-19. Es más, se sabe que Banoun es miembro del Conseil Scientifique Indépendant (Consejo Científico Independiente), un grupo antivacunas de Francia.

Pero los problemas no se quedan ahí. Los autores también citan en el estudio otras publicaciones que fueron revisadas anteriormente por verificaciones de hechos, debido a su papel en la difusión de información errónea y falsa sobre las vacunas contra la COVID-19.

El estudio no demuestra que las vacunas estén detrás del exceso de mortalidad en el período analizado

En realidad, The Telegraph publicó un artículo que sugería que las vacunas COVID-19 habían causado más muertes que las que habían prevenido, basándose en un estudio que no tenía nada que ver con la vacunación. El estudio solo comparó las tasas de mortalidad de diferentes países durante la pandemia, sin tener en cuenta el estado de vacunación de las personas que murieron. Por lo tanto, no existen evidencias de que los hallazgos del estudio respalden la afirmación que encontramos en el titular de The Telegraph, lo que se conoce como falacia ecológica: un error lógico que consiste en sacar conclusiones erróneas sobre grupos individuales a partir de datos agregados de la población.

No en vano, diferentes investigaciones han encontrado tasas de mortalidad más elevadas en personas no vacunadas, incluso después de ajustar por factores demográficos. Y, como podemos ver a continuación, existe una correlación significativa entre el exceso de muertes y las muertes por COVID-19 en la mayor parte del mundo:

Seguimiento del exceso de mortalidad y muertes oficiales por COVID
Seguimiento del exceso de mortalidad y muertes oficiales por COVID-19. Fuente: dkobak/Github

Si bien es cierto que esto no prueba que la COVID-19 haya sido responsable de todo el exceso de mortalidad desde el año 2020, cuando comenzó la pandemia, sí muestra que sería casi seguro que la gran mayoría de esas muertes estuvieron relacionadas con el SARS-CoV-2, como muestran investigaciones anteriores. Y si nos vamos a los mismos datos, encontramos que hay muy poca relación entre las campañas de vacunación y el exceso de mortalidad, salvo cuando las vacunas coincidieron con una ola de COVID-19. La correlación no implica causalidad, pero en este caso ni siquiera hay relación; no hay ningún motivo para insinuar que las vacunas o las medidas contra la COVID-19 causaron el exceso de mortalidad desde 2020, a diferencia de lo que afirma el titular de The Telegraph. Y, para descartar tal relación, podemos utilizar uno de los gráficos del exceso de muertes para varios países que encontramos en el estudio en cuestión y tomar como referencia los datos de Australia, como señaló en este análisis el epidemiólogo Gideon Meyerowitz-Katz:

Curvas de puntuación P del exceso de mortalidad de seis países
Curvas de puntuación P del exceso de mortalidad de seis países del mundo occidental. Se señala en color rosa los datos destacables para Australia. Fuente: BMJ Public Health y creación propia. Créditos: Gideon Meyerowitz-Katz

Debemos recordar que el estudio solo contiene datos hasta finales de 2022, cuando el artículo se ha publicado en el mes de junio de 2024. Muchos expertos se preguntan por qué los autores excluyeron la información de los últimos 18 meses. Y como recuerda Stuart McDonald en un hilo de X/Twitter, 2023 mostró un exceso de mortalidad muchísimo menor que 2022, a pesar de tasas de vacunación relativamente similares.

Exceso de muertes de 2020 a 2023
De acuerdo al análisis de Stuart McDonald, el exceso de muertes fue un 79% menor en 2023 que en 2022 (para 45 países con datos de 2023). Fuente: Stuart McDonald (X/Twitter)

El propio McDonald destacó en ese mismo hilo que si observamos diez de los países con mayor exceso de mortalidad (de los 47 considerados por los autores del estudio), descubrimos que tienen en realidad la menor cobertura de vacunación:

Mayor exceso de mortalidad Exceso de mortalidad (2020-2022) Cobertura de vacunación % (hasta 2022)
Macedonia 28% 40%
Albania 24% 45%
Bulgaria 21% 31%
Bosnia y Herzegovina 21% 26%
Lituania 21% 68%
Serbia 20% 48%
Montenegro 19% 45%
Eslovaquia 19% 46%
Kosovo 18% 46%
Moldavia 17% 33%
Análisis realizado por Stuart McDonald. Fuente: Stuart McDonald (X/Twitter)

Y si observamos diez de los países con menor exceso de mortalidad (de los 47 considerados por los autores del estudio), encontramos que tienen la mayor cobertura de vacunación:

Menor exceso de mortalidad Exceso de mortalidad (2020-2022) Cobertura de vacunación % (hasta 2022)
Malta 6% 88%
Alemania 6% 76%
Finlandia 6% 78%
Islandia 6% 78%
Suecia 5% 72%
Canadá 5% 83%
Noruega 5% 75%
Australia 4% 83%
Dinamarca 2% 80%
Nueva Zelanda -0% 80%
Análisis realizado por Stuart McDonald. Fuente: Stuart McDonald (X/Twitter)

En un análisis similar, Dan Wilson, doctor en biología molecular y conocido en redes sociales como Debunk the Funk, señaló que la pandemia de COVID-19 había generado un exceso de muertes en todo el mundo, lo cual no sería de extrañar, dado que “hablamos de una pandemia a raíz de un nuevo virus que llegó a matar incluso a 2.000 americanos diariamente en un momento determinado”.

Video publicado por Dan Wilson en su perfil de X/Twitter, donde analiza en parte el estudio

Los datos demuestran que las vacunas contra el COVID-19 evitaron muertes y disminuyeron el exceso de mortalidad

Como se ha comentado en anteriores verificaciones, diferentes estudios han demostrado que las tasas de vacunación más altas (coberturas de vacunación más elevadas) se correlacionan directamente con un menor exceso de mortalidad en todos los países, como podemos ver en la siguiente figura:

Correlación del exceso de mortalidad acumulada de enero de 2021 a octubre de 2023 y la cobertura de vacunación por país
Correlación del exceso de mortalidad acumulada de enero de 2021 a octubre de 2023 y cobertura de vacunación por país. Fuente: Phillipp Schellekens

Como hemos visto, aunque estas correlaciones no bastan para asegurar que las vacunas redujeron el número de muertes excesivas, esta es justo la tendencia contraria a la que se observaría si las vacunas causaran un exceso de muertes, como sostiene el titular de The Telegraph.

Un análisis publicado en The Lancet estimó que, desde su primera implementación el 8 de diciembre de 2020 hasta el 8 de diciembre de 2021, las vacunas contra la COVID-19 evitaron más de 14 millones de muertes en todo el mundo.

De forma similar, un estudio preliminar de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que todavía no ha pasado la revisión de otros expertos, concluyó que las vacunas contra la COVID-19 evitaron más de 1,4 millones de muertes solo en Europa. Esto supera el exceso de muertes que hubo en Europa en 2021-2022 de acuerdo con los cálculos del estudio de Mostert et al. Por lo tanto, al contrario de lo que afirma The Telegraph de que las vacunas COVID-19 causaron un exceso de muertes, parece que las vacunas disminuyeron en más del 50% el exceso de muertes potencial (si no hubiera habido vacunas) durante la pandemia.

En conclusión, el estudio de Mostert et al. publicado en BMJ Public Health ofrece una visión importante sobre el exceso de mortalidad durante la pandemia de COVID-19, pero no respalda la afirmación de que las vacunas COVID-19 hayan contribuido a este exceso. La desinformación difundida por algunos medios de comunicación ha distorsionado los hallazgos del estudio, creando una narrativa falsa que no está respaldada por la evidencia científica (y por lo que encontramos realmente en dicho estudio).

Al contrario de lo que se ha afirmado, la evidencia disponible muestra que las vacunas contra la COVID-19 han salvado millones de vidas en todo el mundo. Y si bien es cierto que, hasta 2022, muchos países experimentaron un exceso de muertes, muchos expertos coinciden en señalar que el exceso habría sido muchísimo mayor sin la llegada de las vacunas.

Actualización

La revista editora del artículo ha publicado una ‘Expresión de preocupación’ donde indican que tanto el equipo de integridad como los editores están investigando los problemas planteados con respecto a la calidad y los mensajes del mismo, algo que también está haciendo el centro del que figura la filiación de tres de los cuatro autores. Señalan que “se debe alertar a los lectores sobre informes erróneos y malentendidos del trabajo. Se ha afirmado que el trabajo implica un vínculo causal directo entre la vacunación contra la COVID-19 y la mortalidad. Este estudio no establece ningún vínculo de este tipo”. Y comentan que “La investigación no respalda la afirmación de que las vacunas sean un factor importante que contribuye al exceso de muertes desde el inicio de la pandemia. De hecho, las vacunas han sido fundamentales para reducir las enfermedades graves y las muertes asociadas con la infección por COVID-19.”

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