No, las vacunas de ARNm contra COVID-19 no favorecen el desarrollo de cáncer

La afirmación de que las vacunas contra la COVID-19 favorecen el desarrollo del cáncer es engañosa y distorsiona estudios científicos, según expertos.

LO QUE SE AFIRMA

Ingrediente clave de las vacunas contra COVID de Pfizer y Moderna favorece el desarrollo de cáncer.

LO QUE SABEMOS HASTA AHORA

Falso. Los estudios mencionados son erróneos y han sido malinterpretados. No hay evidencia científica que vincule las vacunas de ARNm contra COVID con el desarrollo de cáncer en humanos.

La pseudouridina y las vacunas contra COVID

En un tuit que ha alcanzado más de 16.000 visualizaciones en X, un usuario afirmó que un ingrediente clave de las vacunas de ARNm contra la COVID-19, conocido como N1-metil-pseudouridina, favorece el desarrollo de cáncer. Esta declaración se apoya en un artículo publicado por The Epoch Times, un medio conocido por difundir desinformación sobre vacunas. En dicho artículo, se citan estudios científicos y una revisión reciente para respaldar la supuesta relación entre las vacunas y el cáncer. Sin embargo, un análisis detallado de las fuentes revela que estas afirmaciones son incorrectas, carecen de contexto y tergiversan los resultados de los estudios citados.

La N1-metilpseudouridina es una modificación química del ARN mensajero (ARNm) utilizada en las vacunas de Pfizer y Moderna para aumentar la estabilidad del mensaje genético y mejorar la respuesta inmunitaria sin desencadenar una reacción inflamatoria excesiva. Este avance fue fundamental para el desarrollo de las vacunas y valió a Katalin Karikó y Drew Weissman el Premio Nobel en 2023. Sin embargo, el artículo de The Epoch Times alega que esta misma modificación facilita el desarrollo del cáncer, apoyándose principalmente en una revisión publicada en International Journal of Biological Macromolecules y en un estudio previo realizado en ratones.

El problema principal radica en cómo se han interpretado estos estudios. En el caso del experimento en ratones, realizado en un modelo de melanoma, los resultados no muestran que el ARNm modificado promueva el crecimiento de tumores. Por el contrario, lo que se observó fue que las vacunas con ARNm no modificado redujeron el crecimiento del tumor, mientras que el ARNm modificado no tuvo efecto. Esto no implica que el ARNm modificado estimule la progresión del cáncer, como se sugiere en el artículo, sino que simplemente no generó un impacto similar al ARNm no modificado en ese modelo experimental. Expertos como el Dr. Tanapat Palaga, autor principal del estudio en cuestión, han desmentido esta interpretación y asegurado que sus hallazgos no respaldan la idea de que las vacunas contra la COVID-19 favorezcan el cáncer.

Además, el artículo citado recurre a un análisis erróneo de otros estudios y emplea términos como “supresión inmunitaria” de forma incorrecta. La N1-metilpseudouridina, al estabilizar el ARNm, no suprime el sistema inmunitario, sino que únicamente permite que ciertas partes del sistema inmunitario no se activen temporalmente “para permitir el efecto deseado”, permitiendo que las instrucciones genéticas lleguen a las células para producir la proteína S. Jordan Meier, investigador del Instituto Nacional del Cáncer, en respuesta a una consulta de FactCheck.org, ha comparado esta función con la de un “disfraz” que permite al ARNm cumplir su tarea sin ser destruido prematuramente, sin que esto signifique que el sistema inmunológico quede debilitado de forma permanente.

Las autoridades sanitarias, incluyendo el Instituto Nacional del Cáncer y la Sociedad Estadounidense del Cáncer, han señalado que no hay evidencia científica que sugiera una relación entre las vacunas de ARNm contra la COVID-19 y el desarrollo o aceleración del cáncer. De hecho, ensayos clínicos y estudios postcomercialización han confirmado que estas vacunas son seguras, y su implementación ha evitado millones de muertes relacionadas con la COVID-19 en todo el mundo.

En otros artículos publicados por personas que se oponen a las vacunas, también mencionan casos de “turbo cáncer”, una teoría ampliamente desmentida que asegura que las vacunas generan cánceres extremadamente agresivos. Esta idea se basa en un estudio de caso en ratones que no prueba una relación causal entre las vacunas y el linfoma observado en un único animal. Un estudio que, de hecho, ha sido ampliamente malinterpretado durante meses. Los autores de ese estudio han aclarado a FactCheck.org que sus resultados no apoyan dicha teoría, y que no existe evidencia de que las vacunas de ARNm estén relacionadas con un aumento en la incidencia o agresividad de tumores. No en vano, como señalaron los autores de ese estudio en un anexo, no existe nada llamado “turbo cáncer”; y, más importante aún, el informe de caso no demuestra una relación causal entre el linfoma y la vacuna.

Es más, la revisión también interpreta de forma incorrecta un estudio publicado en 2016, sugiriendo que las vacunas de ARNm modificado «apagan» un sensor inmunológico llamado RIG-I.

En resumen, la afirmación de que las vacunas de ARNm contra la COVID-19 favorecen el desarrollo del cáncer es engañosa y carece de respaldo científico. Los estudios citados no demuestran un vínculo causal, y las interpretaciones presentadas en The Epoch Times distorsionan los resultados reales de las investigaciones. La comunidad científica y las autoridades sanitarias coinciden en que las vacunas de ARNm son seguras y no están asociadas con un mayor riesgo de cáncer.

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